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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Unidad cristiana

10/06/2017 21:46 Padre Koffi Gilbert
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Unidad cristiana Unidad cristiana

Hoy domingo de la trinidad, queremos aprovechar para hablar de una unidad cristiana, y sobre todo esta semana que a nivel mundial hicimos una oración para que todos los cristianos se unieran.

Es muy importante la unidad y sabemos cómo Jesús toma conciencia de esa unidad de los fieles. Nosotros que somos cristianos debemos unirnos para dar el ejemplo.

Sabemos que San Pablo habla siempre de esa unidad. Unirse para orar, para compartir las alegrías y también los sufrimientos.

La unidad cristiana, en el nuevo testamento recibe su bondad de una combinación de su fuente, sus ideas, sus objetos y sus objetivos.

Pablo nos dice que debemos esforzarnos por preservar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz.

Lo tomo en el sentido de que el espíritu Santo es el gran dador de la unidad.

La primera carta a los corintios dice en 12-13: “Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo -ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres-, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Todos debemos llegar a la unidad de la fe y al pleno conocimiento de hijo de Dios.

La unidad que buscamos es la unidad de la verdad. No una unidad superficial. La unidad cristiana es más que la unidad compartida. No es menos que esto.

“Hago completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito”. Filipenses 2.2.

Todo lo que decimos y hacemos debe ser en hombre de Dios.

Y continúa: “Todo para que sea conforme a Cristo y que el Dios de la paciencia les conceda tener el mismo sentir, los unos para con los otros, conforme a Cristo”.

Entonces se puede aceptar relaciones porque no hay comunión sin aceptar nuestras relaciones con los demás.

“El amor unifica todo en el cuerpo de Cristo cuando hay un compromiso fuerte para hacer bien a la familia de Dios, tengan ganas o no”.

Pero la experiencia de la unidad cristiana es más que eso. Incluye un amor afectuoso, algo más que sacrificarse por aquellos que no nos agradan. Conlleva un sentimiento de cariño. Hemos de tener afecto por aquellos que son nuestra familia en Cristo. “Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal” (Ro. 12:10).

También hay que saber cuál es el objetivo que queremos.

El apóstol Juan deja en claro: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros; como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros. El amor mutuo entre ustedes será el distintivo por el que todo el mundo los reconocerá como discípulos míos”.

Antes de despedirse, Jesús habla en Juan 17-21: “Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”.

Ese testimonio que podemos dar es porque el mundo puede decir “sí, creemos en ese Dios porque hay unidad”.

“Buscamos unidad en todos lados, la unidad que brilla con gloria para que el mundo vea que es la unión del Padre con el Hijo”. Juan 17.22.

El domingo celebramos la unida: al Padre, al Hijo y el Espíritu Santo. Pero no hay división, cada uno tiene su lugar, cada uno hace lo que tiene que hacer. Eso debemos hacer todo el mundo. No debe haber individualismo, egoísmo. Hay que vivir con las virtudes de Dios.

Hoy, vamos a orar por nuestra iglesia. Primero para que lleguemos a vivir con fuerza y amarnos como debemos, a orar para que el Espíritu Santo guíe nuestras celebraciones, ilumine nuestras relaciones, para llegar a un acuerdo y demostremos la gracia y amor de Dios.

Para terminar, la carta de San Pablo puede ayudarnos. Pablo conoce bien a la comunidad.

Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia. Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo. Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, que lo hace todo perfecto. Así la paz de Cristo reinará en sus corazones, pues para esto fueron llamados y reunidos. Finalmente, sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite y se sienta a gusto en ustedes. Tengan sabiduría para que puedan enseñar y aconsejar unos a otros; canten a Dios de todo corazón y con gratitud salmos, himnos y alabanzas espontáneas. Y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.

Que nuestra Madre nos ayude en ese camino de la unión para mostrarnos que Dios es un Dios solo, pero en tres personas. Un Dios de amor y de comunión.

Amén.

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