Evangelio según San Mateo 5,17-19. Evangelio según San Mateo 5,17-19.
“No piensen que vine para
abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá
ni una i ni una coma
de la Ley, antes que desaparezcan
el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos,
y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado
el menor en el Reino
de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos”.
Comentario
Quiero recordar a los discípulos
de Cristo la bondad de Dios: que ninguno de vosotros
se deje inquietar por los herejes si, en la controversia,
dicen que el Dios de la Ley no es bueno pero sí justo,
y que la Ley de Moisés no enseña la bondad sino la justicia.
Que estos detractores de Dios y al mismo tiempo de la Ley, sepan cómo el mismo Moisés y Aaron han cumplido,
adelantándose, lo que el Evangelio ha enseñado más tarde. Considerad cómo Moisés
“ama a sus enemigos y ora por los que le persiguen” (Mt 5,44)...; ved cómo “cayendo
rostro en tierra” los dos oraban por los que se habían
rebelado y querían matarlos
(Nm 10,17).
Es así que se encuentra
en el Evangelio el poder de la Ley y se debe entender que los Evangelios se sostienen
sobre el fundamento de la Ley.
Yo no doy el nombre de Antiguo Testamento a la Ley cundo la considero espiritualmente;
la Ley es “Antiguo Testamento” sólo para aquellos
que no la quieren comprender
según el espíritu.
Para estos obligatoriamente
se ha hecho “antigua” y vieja, porque no puede conservar
su fuerza.
Pero para nosotros, que la comprendemos y la explicamos
según el espíritu y en la línea del Evangelio, es siempre nueva; para nosotros,
los dos Testamentos son un nuevo Testamento, no por la fecha que han sido escritos,
sino por la novedad del sentido.
¿No piensa lo mismo el apóstol Juan cuando dice en su carta: “Hijitos míos, os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros?” (4,7; Jn 13,34).
Sabía que el precepto del amor se había ya dado desde hacía mucho tiempo en la Ley (1Jn 2,7s; Lv 19,18).
Pero como “la caridad no acaba nunca” (1Co 13,8)..., afirma la eterna novedad de este precepto que es siempre actual...
Para el pecador y para los que no guardan la caridad, hasta los Evangelios son ya cosa pasada; no puede haber
Testamento Nuevo para el que no se “ha revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios”.