Evangelio según San Mateo 5,33-37. Evangelio según San Mateo 5,33-37.
Ustedes han oído también
que se dijo a los antepasados:
No jurarás falsamente,
y cumplirás los
juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo que no
juren de ningún modo: ni
por el cielo, porque es el
trono de Dios, ni por la tierra,
porque es el estrado
de sus pies; ni por Jerusalén,
porque es la Ciudad del
gran Rey. No jures tampoco
por tu cabeza, porque no
puedes convertir en blanco
o negro uno solo de tus
cabellos.
Cuando ustedes digan
“sí”, que sea sí, y cuando
digan ‘no’, que sea no. Todo
lo que se dice de más, viene
del Maligno.
Comentario
La Ley dada a Moisés
es una compilación de enseñanzas
variadas y de imperativos,
una colección
útil para todos de lo que es
bueno hacer en esta vida,
y un reflejo místico de las
costumbres de la vida celeste:
una antorcha y una
lámpara, un fuego y una
luz, réplica de las lámparas
de arriba.
La Ley de Moisés era
el itinerario de la piedad,
la regla de las costumbres
honestas, el freno del primer
pecado, el boceto de la
verdad que ha de venir (Col
2,17)...
La Ley de Moisés era
para la piedad un maestro y
para la justicia un guía, para
los ciegos una luz y para
los insensatos una prueba,
para los niños un pedagogo
y para los imprudentes una
amarra, para las cervices
duras una brida y para los
impacientes un yugo que
constreñía.
La Ley de Moisés era el
mensajero de Cristo, el precursor
de Jesús, el heraldo y
el profeta del gran Rey, una
escuela de sabiduría, una
preparación necesaria y una
enseñanza universal, una
doctrina llegada en el momento
oportuno y un misterio
temporal.
La Ley de Moisés era un
resumen simbólico y enigmático
de la gracia futura,
anunciando en imágenes
la perfección de la verdad
que ha de venir.
Por los sacrificios anunciaba
la Víctima, por la sangre,
la Sangre, por el cordero,
el Cordero, por la paloma,
la Paloma, por el altar,
el Sumo Sacerdote, por
el Templo, la permanencia de
la divinidad, por el fuego del
altar, la plena “Luz del mundo”
(Jn 8,12) que desciende
de Arriba. ?