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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 20,24-29.

02/07/2017 22:38 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 20,24-29. Evangelio según San Juan 20,24-29.

Tomás, uno de los Doce,

de sobrenombre el Mellizo,

no estaba con ellos cuando

llegó Jesús. Los otros discípulos

le dijeron: “¡Vimos al

Señor!”. él les respondió: “Si

no veo la marca de los clavos

en sus manos, si no pongo el

dedo en el lugar de los clavos

y la mano en su costado,

no lo creeré”. Ocho días más

tarde, estaban de nuevo los

discípulos reunidos en la casa,

y estaba con ellos Tomás.

Entonces apareció Jesús, estando

cerradas las puertas,

se puso en medio de ellos y

les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.

Luego dijo a Tomás:

“Trae aquí tu dedo: aquí están

mis manos. Acerca tu

mano: Métela en mi costado.

En adelante no seas incrédulo,

sino hombre de fe”.

Tomas respondió: “¡Señor

mío y Dios mío!”.

Jesús le dijo: “Ahora crees,

porque me has visto. ¡Felices

los que creen sin haber visto!”.

Comentario

“Trae tu dedo, aquí tienes

mis manos con la señal de los

clavos”. Me buscabas cuando

no estaba aquí; aprovéchate

ahora. Conozco tu deseo

a pesar de tu silencio. Antes

de que me lo digas, sé lo que

piensas. Te he oído hablar y,

aunque invisible, estaba junto

a ti, junto a tus dudas, sin dejarme

ver; te he hecho esperar

para percibir mejor tu impaciencia.

“Mete tu dedo en la

señal de mis clavos. Mete tu

mano en mi costado, y no seas

incrédulo sino creyente”.

Tomás le toca y desaparece

toda su desconfianza; lleno

de una fe sincera y de todo el

amor que debe a Dios, exclama:

“¡Señor mío y Dios mío!”.

Y el Señor le dice: “¿Por qué

me has visto has creído? Dichosos

los que crean sin haber

visto”. Tomás, lleva la

buena nueva de mi resurrección

a los que no me han visto.

Arrastra a toda la tierra a

creer en lo que no ven, en tu

palabra. Recorre pueblos y

ciudades lejanas. Enséñales

a llevar sobre sus hombros,

no las armas, sino la cruz. No

ceses de anunciarme: creerán

y me adorarán. No exigirán

otras pruebas. Es el ejército

seducido por el Señor;

estos son los hijos de la piscina

bautismal, las obras de

la gracia, la cosecha del Espíritu.

Han seguido a Cristo sin

haberle visto, le han buscado

y han creído. Le han reconocido

con los ojos de la fe, no con

los del cuerpo. No han puesto

su dedo en las marcas de los

clavos, sino que se han unido

a su cruz y han abrazado sus

sufrimientos. No han visto el

costado abierto del Señor, pero

por la gracia han llegado a

ser miembros de su cuerpo y

hecho suya su palabra: “¡Dichosos

los que crean sin haber

visto!”.

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