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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 9,14-17.

07/07/2017 23:12 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 9,14-17. Evangelio según San Mateo 9,14-17.

Se acercaron a Jesús los

discípulos de Juan y le dijeron:

“¿Por qué tus discípulos

no ayunan, como lo hacemos

nosotros y los fariseos?”. Jesús

les respondió: “¿Acaso

los amigos del esposo pueden

estar tristes mientras el

esposo está con ellos? Llegará

el momento en que el esposo

les será quitado, y entonces

ayunarán. Nadie usa

un pedazo de género nuevo

para remendar un vestido

viejo, porque el pedazo añadido

tira del vestido y la rotura

se hace más grande.

Tampoco se pone vino nuevo

en odres viejos, porque

los odres revientan, el vino se

derrama y los odres se pierden.

¡No, el vino nuevo se pone

en odres nuevos, y así ambos

se conservan!”.

Comentario

No sólo son los maestros

de la Ley los que andan escandalizados

y desconcertados

por las prácticas y dichos

de este Jesús de Nazareth.

También se le acercan

los discípulos del Bautista,

con un tonillo un tanto

impertinente, como diciendo:

¿Quiénes sois vosotros

a nuestro lado, si no hacéis

nada de ayuno? ¡A ver dónde

anda vuestra austeridad,

vuestras prácticas piadosas,

lo que hace cualquier judío...

y que vosotros no hacéis en

absoluto!

Es esa vieja espiritualidad

que pretende ganarse a

Dios con sacrificios, lutos,

ayunos, renuncias, abstinencias.

Como diciendo “mira de

lo que soy capaz por ti”. Es

una religiosidad de la tristeza,

tal como indica el propio

Jesús, Y un modo de relacionarse

con Dios que les permite

sentirse mejores que los

demás, y hasta despreciarlos

porque no son tan “santos”

como ellos. Estos personajes

“aguafiestas” no han

desaparecido de entre nosotros:

siguen midiendo la religiosidad

en función de las

prácticas religiosas devocionales,

y parece que quieren

vestirnos a los cristianos de

negro riguroso, que subrayan

más la Cuaresma que la Pascua,

la “Penitencia” más que

el “Perdón”. Cuando Jesús,

proclamándose el “novio”

anuncia unos tiempos nuevos,

gozosos, donde la vida,

el encuentro, la comida juntos,

la fiesta, la misericordia,

la sanación de los enfermos,

el alivio para los cansados

y agobiados con tanto precepto

y prohibición religiosa.

él ha arrancado su anuncio

del Reino con un “bienaventurados”,

con una invitación

y proclamación de la felicidad

en Dios. Habla de “vino

nuevo”, de alianza nueva, de

pueblo nuevo, de Espíritu, de

mandamiento nuevo...

Lo de Jesús no son correcciones

parciales, retoques

o matices sobre lo de

siempre. Es algo tan nuevo,

que quien pretenda “casar”

el modo fariseo, el estilo del

Bautista, el del Antiguo Testamento

con su vino nuevo,

con la nueva boda ... acabará

estropeándolo todo. Como

explica Juan en su Evangelio,

hay que nacer de nuevo,

sorprenderse, descubrir

la novedad, cambiar radicalmente

de mentalidad, romper

los viejos esquemas. Pero lo

“viejo” y la mentalidad “vieja”,

lo de siempre... patalea

y hace lo que sea por seguir

ahí, por eliminar los cambios,

por intentar demostrar que lo

de siempre vale para siempre...

Les angustian los cambios.

No sé yo si tenemos por

ahí ahora mismo no pocos de

nuestros “jefes” procurando

que nada cambie, para que

todo siga como siempre.

El único ayuno que tendrá

sentido a partir de aquí es el

que espontáneamente brota

cuando nos “arrebatan” al

novio, cuando pretenden (en

nombre de la vieja espiritualidad,

en nombre del mismo

“Dios”) dejarlo todo como estaba.

Cuando nos falta el Señor

de la Vida, el Dios del perdón,

el Dios de la comunión,

de la justicia, de la misericordia,

el Dios de los banquetes,

el Dios de la acogida... perdemos

la ilusión y el apetito.?

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