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Quién es la cuarta argentina en lograr que su charla TED se sume al sitio oficial de las conferencias

08/07/2017 20:35 Economía
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Corría el 2002 y Carina Morillo ya estaba instalada, junto a su marido y sus dos hijos, en Luxemburgo. El más chico, Iván, tenía para mitad de año cerca de 18 meses. Y aunque sus primeros meses de vida se habían desarrollado con total normalidad, había algo que a su madre la preocupaba. “Salíamos a caminar con Iván y cuando le daba una rama para que juegue, nunca la convertía en un avión”, recuerda la economista del Babson College. Cuando su hijo cumplió dos años y medio, y después de que médicos luxemburgueses y franceses confirmaran el autismo de Iván, Morillo y su familia decidieron volver a la Argentina.

Ver las dificultades que tenía que atravesar Iván a medida que iba creciendo la llevó a crear la Fundación Brincar x un Autismo Feliz. Desde 2010 a la fecha, la organización ya formó a más de 15 mil familiares y profesionales de la salud y de la educación en los aspectos más importantes de un trastorno que está presente en 1 de cada 68 nacimientos. De todo esto habló Morillo el pasado octubre, cuando en la última edición de TEDxRíodelaPlata presentó “Miradas del autismo”, una de las únicas 9 charlas en español subidas al sitio oficial del reconocido ciclo de conferencias.

En esta charla, la creadora y gestora de espacios inclusivos contó cómo fue el proceso que la llevó de trabajar en el sector financiero a convertirse en una referente para las organizaciones sociales.

¿Cómo era tu vida antes del nacimiento de Iván?

Yo trabajaba en el sector financiero pero siempre fui voluntaria de organizaciones sociales. El único contacto que había tenido con el autismo había sido a través de una película. Un chico frente a un lavarropas veía girar el tambor y gritaba.

¿Qué significó en tu vida la confirmación de su autismo?

En un principio, consagrarme a mi hijo. Aprendí a comunicarme con él a través de un sistema de comunicación alternativa y a acompañarlo en su rutina de 9 a 17 horas. Ya en Argentina empezó a hacer un tratamiento de 30 horas semanales y se integró a un jardín con una maestra especial. Pero no bien me tocó descubrir lo que tenía Iván no se podía googlear nada, era todo tocar puertas. Al principio pensaba que tenía un déficit de atención, porque perdía habilidades y palabras y comía con las manos. Cuando noté que hasta su juego era pobre le dije a mi marido que la cosa no tenía buen color. Los médicos me decían que los varones eran más vagos, pero a mí había algo que seguía sin convencerme.

¿Por qué se volvieron de un país tan desarrollado como Luxemburgo?

Allá teníamos que hacer un viaje de dos horas a un hospital de día en la frontera con Francia para que Iván se haga un tratamiento que consistía en dejarlo en un depósito y no enseñarle nada. Le dije a mi marido, que es francés, que había que encontrar otra cosa para él, y que lo teníamos que hacer instalados en Francia o en Argentina. Ahí fue cuando me dijo que nos volvamos acá, porque yo me tenía que sentir contenida.

¿Qué hay acá que allá no hay?

La Argentina está entre los primeros países del mundo a nivel tratamiento y servicios para personas con autismo. Luxemburgo es uno de los mayores PBIs del mundo y no tiene eso. Y acá hay otro factor clave que es la calidez humana. Acá, aunque diagnosticar a Iván fuera difícil, todos me decían “yo le voy a buscar la vuelta para descubrir qué tiene”. Nos faltarán muchas cosas, pero somos muy creativos, y con mi familia nos sentimos abrigados.

¿Cuándo y cómo nació Brincar?

En 2008. Necesitaba sacar oxígeno de otro lugar y pensé en animarme y ocuparme al ciento por ciento en el sector social, algo que siempre había dejado a un costado en mi vida. Empecé a trabajar en la fundación Crear Vale la Pena, dirigida por Inés Sanguinetti y con la integración social a través del arte como objetivo. Me dieron un proyecto acotado, un fundraising de 3 meses. A los 6 meses Inés me ofreció ser directora ejecutiva. Pero cuando Iván terminó el jardín y descubrí que en las escuelas especiales no le dejaban usar su comunicador, ahí empecé a pensar cómo sería su vida adulta cuando yo no esté y entonces decidí trabajar en algo para él. En mayo de 2012, Brincar ya tenía su propia personería jurídica.

¿En qué se basa su aporte?

En la formación. Durante las residencias pediátricas, de psicólogos y fonoaudiólogos, el tema del autismo dura un mes. Y esa formación, además de fortalecerse, tenía que empezar a estar al alcance de todos. Eso es Brincar. Conocí a Soledad –mi socia y mamá de Ramiro– llevando a Iván a un espacio terapeútico. Arrancamos con talleres de formación para familias, con una capacidad de hasta 10 personas, y también con un programa artístico para los chicos. Hoy organizamos jornadas para 550 personas, tenemos 5 espacios de familia funcionando en Buenos Aires y además escuchamos a 2.000 familias del interior del país y América Latina. Hay una necesidad de información increíble.

¿Qué es lo más difícil de llevar adelante una organización social?

Nadie te quiere apoyar en lo que es gastos de estructura, por eso se trata de mantener siempre una estructura muy liviana. Yo armo equipos para cada proyecto y cuando se terminan los desarmo. El papelerío es otro tema; desde presentar los balances hasta abrir una cuenta en el banco, es todo una pesadilla. Y en la Argentina no hay una cultura de donación. En Estados Unidos, por ejemplo, las organizaciones se financian en un 90 por ciento con la recaudación de socios individuales. Acá no, porque hay mucha desconfianza y cero beneficios impositivos. El argentino es solidario, pero la donación con tarjeta de crédito, eso acá no existe.

¿Cómo llegaste a dar tu charla en TEDxRíodelaPlata?

Hace unos años hice un curso que se llamaba El mundo de las ideas. Participaban personas de todo tipo de profesiones, desde directivos de bancos hasta emprendedores, y uno de los profesores era Gerry Garbulsky (organizador de TEDxRíodelaPlata). Al final del curso, cada uno se graduaba con una charla de 5 minutos en la que exponía cómo pasar de una idea a una acción. Y al mes del final, Gerry me llamó. Me dijo que por primera vez, la versión local de las charlas TED iba a incorporar las audience talks, que son charlas más cortas de gente no experta. Me propuso participar y yo quedé helada, pero era el lugar ideal para que la gente escuchara.

¿Qué repercusiones tuvo esa charla?

Logró cruzar fronteras y mi mensaje llegó. Porque yo no hablaba sólo del autismo, sino de mirar al otro y ser más tolerantes, más respetuosos. Se trataba de estar disponible para el otro. Nos llenamos de palabras tan complicadas para hablar de inclusión social y educación cuando no logramos algo tan básico como estar atentos al otro. Y nada llega sin que otro te haya tendido una mano. Nos hace falta poder ver eso. Hay una mezcla de enojo con gente angustiada, y nos hemos vuelto más narcisistas. Tanto la coyuntura del país como esta época de las redes sociales nos lo demuestran; la gente ya no dialoga

¿Qué le dirías a una persona que convive con el autismo?

No negar el dolor o la tristeza es clave, como también poder agradecer las cosas que nos pasan. Se trata de no estar mirando sólo que te pasa a vos ni enroscarte en vos mismo, sino de levantar la mirada y entender que hay situaciones peores que la tuya.

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