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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Cansancio y agobio

08/07/2017 22:37 Padre Koffi Gilbert
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Cansancio y agobio Cansancio y agobio

Hoy vamos a reflexionar sobre la invitación de Jesús en el Evangelio.

Mateo, Marcos y Lucas, los tres evangelistas, hablan de Jesús

que invita diciendo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré” (Mateo 11-25.30).

¿Quién en su vida no ha sentido el cansancio o aflicción? ¿Cuántas

veces decimos que estamos cansados, agobiados, con aflicción?

Por todo eso, Jesús nos invita hoy a depositar todo en sus manos,

para estar con él.

El cansancio es humano, por todo lo que hacemos y luchamos todos los días. Quizás lo que más cansa es la lucha cotidiana contra

el mal, que parece que siempre nos gana. El mal quiere masacrar

nuestros amores, y con la muerte de nuestros seres queridos nos golpea hondo, pero Jesús, hijo de Dios, nos llama: “Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos, y yo los aliviaré”. ésas no son solo palabras, sino invitaciones. Hay que creer.

Queremos vivir el alivio, vivir con libertad. Miramos a Jesús, vemos

que lleva las marcas de su lucha con la muerte, en sus manos, en sus pies, en su corazón, pero está de pie. Jesús es el crucificado resucitado; el que estaba muerto y ha vuelto a la vida; es el Hijo de Dios que ha vencido a la muerte y nos busca con un amor más poderoso

que el mal y más fiel que la muerte.

Si miramos a Jesús, todo lo que ha hecho, nunca lo ha vivido con desesperación, con preocupación.

Si miramos a Jesús resucitado, su imagen nos cura del desaliento,

del cansancio, de la aflicción que provoca en nosotros la imagen deprimente de la muerte...

Mirar a Jesús nos mueve a creer que si nos unimos a él, triunfaremos

con él y como él. (Cfr. Rom. 6,8 2°Cor.13,4, Tim2,11).

Por eso hoy debemos unirnos a ese Jesús que nos llama. Unirnos

a través de los sacramentos, de la gracia que decidimos, sobre todo de la gracia que decidimos a través de la palabra de Dios y también

unirnos a su cuerpo y su sangre.

Por eso, Jesús nos dice con razón y verdad: vengan.

Es una invitación que nos dice a nosotros, que no podemos rechazar,

porque nos lo dice para seguir adelante, trabajando, luchando.

Cuando luchamos con Cristo, vamos a vencer. No podemos quedarnos

sin entrar en ese espíritu si Dios siempre nos da la posibilidad

de vencer los obstáculos.

No debemos decir nunca que no podemos, porque siempre tenemos

la posibilidad de vencer.

Descansar en Dios es para nosotros la oportunidad de mostrar que todo es posible con él.

El descanso es, sin duda, una saludable experiencia que debemos

aprender a administrar a fin de poder vivir en plenitud. Nosotros

tenemos que tomarnos un tiempo para Dios, para reflexionar, para adquirir nuevas energías.

Jesús nos invita a ir a él para recuperar las energías. El descanso

no es para siempre. Es una etapa que hay que saberla vivir en profundidad, aprovecharla es saber disfrutar de la perspectiva del que vendrá.

Es un adelanto del Cielo. No se puede recrear la vida si uno no se ha recreado. Allí es donde la vida se desarrolla, crece, se rejuvenece

y se revitaliza.

No hay que pensar solo en el trabajo. Somos cuerpo, y el cuerpo necesita un descanso. Todas nuestras enfermedades, como el pánico,

el estrés, la tristeza, la fobia y todo lo que vivimos son producto del cansancio. Hay que descansar, no afligirse.

Jesús dice: “Vengan a mí todos los que estén afligidos y agobiados”.

Hoy vamos a orar por todas las personas que viven con aflicciones,

sin descanso, con preocupaciones cotidianas.

Que Cristo dé su gracia y su fuerza para que lleguen a superar todo y seguir adelante.

Que nuestra Madre, que con discreción vive ese descanso en su casa, con Jesús, con José. Que con su intersección dé la posibilidad de aprovechar la vida que hemos recibido gratuitamente.

Que nuestra Madre que ha mostrado, en su familia, la paz y la tranquilidad nos ayude a que en nuestra casa podamos disfrutar de la paz y del descanso.

Que nuestra Madre sea modelo para nosotros, para vivir en confianza

y esperanza en su Hijo que ha venido para rescatar nuestras vidas.

Que los sábados y domingos no sean un tiempo para no hacer nada, sino para descansar el cuerpo y la mente en el espíritu.

Que esa invitación sea para nosotros una buena ocasión para tomar conciencia de nuestra fragilidad, y podamos decir “sí, cumplí

la voluntad de Dios”.

Amén.

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