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EL LIBERAL . Deportivo

Vivir sin tener un límite

09/07/2017 00:00 Deportivo
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Vivir sin tener un límite Vivir sin tener un límite

La fuerza de voluntad y el gran espíritu de lucha y sacrificio son los aliados más grandes que tienen ellos. No es para menos. Son destacados deportistas especiales, pero con un sentido de grandeza y superación que tal vez nadie lo imagina. Fue muy grato hablar con cada uno de los que hoy sienten que nada es imposible en esta vida. Menos cuando se trata de asumir desafíos tan lindos y que a través de ellos se pueden transmitir mensajes de mucho optimismo, confianza y de todo lo que una persona con capacidades diferentes puede hacer para mostrarnos el otro costado de la realidad.

“Yo no me siento un deportista especial. Hago lo que me gusta que es jugar al fútbol con mis amigos y disfruto de cada paso que doy”, así se definió Iván Figueroa cuando respondió a la consulta sobre su relación con el deporte y en especial con el fútbol para ciegos.

“Yo perdí un ojo a los tres años por un pelotazo, jugando con mis amigos. A los siete perdí el otro por un desprendimiento de retina y mi vida cambió. Empecé otra etapa en la que había que adaptarse a la situación y por suerte lo logré. Mi familia me ayudó mucho para salir adelante y continuar por el camino de la vida. Hoy soy feliz porque tengo a mi esposa y a mi hijo de tres años que también le gusta mucho el fútbol”, acotó Iván, un jugador de 36 años que goza la satisfacción de ser doble campeón del mundo con Los Murciélagos.

Pero eso no es todo. Iván terminó la secundaria en el Colegio Nacional y disfruta mucho de los compromisos de ser un padre que se preocupa siempre por el bienestar de su familia.

“Hace 10 años que estoy en concubinato con mi señora Vanesa, a quien conocí mientras estudiaba. En la etapa de novios me contó que ella siempre me miraba cuando salía de la clase de Educación para la Salud. Hoy es mi compañera y la madre de mi hijo que asiste al jardín. Es hincha de Boca al igual que yo, aunque la madre lo quiere hacer de San Lorenzo”, contó Iván con una risa pícara.

Su amor por Central Córdoba es tan grande que hoy le pide a Dios que interceda para que el equipo no pierda la categoría. “El fanatismo por Central surge a partir del ascenso al Nacional B, allá por los años 80. Ojo que yo siempre soy hincha si el equipo está en cualquier categoría. Me gusta mucho el Ferro y es un sentimiento muy grande que tengo por este club”.

El rugby de Santiago del Estero creció muchísimo en los últimos años. Es uno de los deportes que nos viene llenando de alegrías y que nos hace inflar el pecho cada vez que algún representante es citado para jugar en el ámbito nacional o internacional. Juan Manuel Leguizamón, Facundo Isa y Tomás Lezana hoy son los principales referentes y los que tratan de llevar la bandera de la provincia hasta los últimos rincones del planeta.

Pero también hay uno que es muy especial. Se trata de Sergio Garay, jugador de 23 años de Old Lions y de los Pumpas XV, un seleccionado argentino que está integrado en su mayoría por jugadores con síndrome de Down.

“Sergio es un chico que hace deportes de manera normal, como cualquiera de los otros que se involucran en la cancha. La actividad física no difiere para nada y si el entrenador le dice que tiene que hacer una determinada rutina, lo hace sin problemas. Empezó a jugar con sus hermanos y hoy es el único que representa a la región en el ámbito nacional”, expresó su mamá Susana Muratore que no deja de ocultar el orgullo que significa para la familia tener a un joven que está muy bien adaptado al grupo de compañeros, tanto en Old Lions como en Los Pumpas XV.

“Ahora está viajando a Córdoba porque mañana (por ayer) va a participar de un maratón que será en beneficio de Los Pumpas para el Mundial en España, el mes que viene”, acotó Raúl Garay, su papá, que también no se desprende de su hijo.

Sergio finalizó la secundaria y se dio otro gran gusto. Se recibió de chef en un instituto capitalino donde demostró sus dotes culinarias para que la familia y sus amigos puedan degustar sus platos.

“Lo que más me gusta cocinar son las papas al horno con carne. Es mi plato preferido”, comentó Sergio en su casa del barrio Cabildo. Estaba un poco cansado por participar de un campamento.

“él es un chico muy responsable con lo que hace. Tiene muy asumido sus compromisos y disfruta mucho con el rugby. Tuvo el orgullo de estar jugando con Los Pumas en un partido que se preparó para ellos y con los All Blacks, con todo lo que significa una selección tan poderosa mundialmente. Ojalá que para el Mundial de España puedan estar bien y representen al país con mucha alegría sobre todo”, señaló Susana.

Alejandro, un todoterreno

Así como el fútbol es pasión de multitudes, también se puede decir que deja muchas enseñanzas de vida y que valen la pena ser reflejadas. Alejandro Alcaide supo ser jugador de fútbol de Primera División en la Liga Santiagueña, árbitro de las inferiores y de las ligas amateur. Cuando regresaba de dirigir en un partido para aficionados, un vehículo chocó desde atrás la motocicleta en la que se conducía, lo que derivó su traslado al hospital. Después de ser enyesado en la pierna derecha, sufrió una infección que afectó los ligamentos y no quedó otra alternativa que la amputación.

“Fue muy duro para mí vivir esta situación. Me operaron también de la pierna izquierda y la pude salvar. Caí en el límite de la depresión. Sentía que mi vida no tenía sentido y que no podía hacer nada más sin mis piernas. Un día estaba con la camiseta de Quimsa al frente de mi casa, y en silla de ruedas. De casualidad pasó un vehículo con un grupo de chicos que llevaban sillas e iban a jugar al básquet en el club Antonio Tagliavini. Me vieron y me invitaron. Yo de básquet no sabía nada. Jamás lo había jugado. Así fue que me sumé a los entrenamientos y hoy es una de mis pasiones”, afirmó Alejandro quien compartía el deporte con el traslado de carne y pollos arriba de un camión a otras ciudades de la Argentina.

El básquet sobre sillas de rueda le abrió las puertas también para jugar en el seleccionado argentino de handball. “Fue después que me vieron jugar en un partido de básquet en Chaco. Se me acercó una persona y me propuso jugar al handball. Yo no tenía ni idea de ese deporte. Pero me vieron condiciones y me sumaron a los entrenamientos hasta que quedé oficialmente convocado”, contó Alcaide.

Pero si algo le faltaba a Alejandro para decir que es un adicto al deporte fue que desde el año pasado es entrenador de fútbol del equipo femenino del club Antonio Tagliavini. “Estamos participando del torneo de Valencia y contamos con cinco equipos ya. La que empezó con la idea fue una de mis hijas, hasta que me pidió que fuera el entrenador. Al principio estaba conformado por las mujeres de mi familia y luego se sumaron otras del barrio. Me gusta mucho el fútbol y trato de enseñar lo que aprendí”, añadió quien además es presidente del Club Antonio Tagliavini.

“Intento cumplir de la mejor manera las distintas funciones. Ser dirigente es lo más duro, por todo lo que representa defender y cuidar los intereses del club. Tengo el proyecto de hacer una pileta para la rehabilitación de los chicos que juegan al básquet sobre silla de ruedas y el techado de la cancha, que es muy importante para poder seguir practicando este deporte. Ojalá pudiéramos concretarlo algún día y si alguien nos da una mano sería increíble”.

La vida de Pablo Astelarra está emparentada con el atletismo y con todo lo que tiene que ver con los grandes desafíos. Hace poco viene de ganar una competencia de 10 km en la ciudad de Chajarí, Entre Ríos y de reafirmar sus condiciones de atleta no vidente que siempre quiere ir por más.

“Para mí el atletismo y el deporte es algo grande, hermoso, imprescindible. No sólo lo practico, también leo mucho, aprendo, comparto. No puedo vivir sin ello”, expresó Pablito que representa a la ciudad de Añatuya y Santiago del Estero como un gran campeón.

La parte difícil es el entreno diario, es decir tener un guía regular, seguir un plan para mejorar mi rendimiento. Igual esta dificultad me permitió tener amigas y amigos muy buenos y generosos. Hoy puedo decir que si deseo participar en una carrera en alguna provincia, puedo contar con “guías” en esos lugares que muchas veces me reciben en sus hogares”, afirma este joven de 25 años que viene de terminar sus estudios secundarios recientemente, para la alegría y el orgullo de la familia.

Sobre la importancia del grupo familiar en su vida deportiva y social, Pablo destacó todo el apoyo que recibe de cada uno de los integrantes y agradece a Dios por tenerlos para cumplir con sus objetivos.

“Mi familia me apoya, me alienta y disfruta conmigo. Mi papá -quien falleció hace 6 años- me armó dos bicis tándem para salir a pedalear y acompañarme a entrenar. En la actualidad, cuando no tengo compañero por algún motivo, me acompañan mi madre o mi hermana”, aseguró Pablo. 

 

 

 

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