Evangelio según San Mateo 11,28-30. Evangelio según San Mateo 11,28-30.
dijo: “Vengan a mí todos los
que están afligidos y agobiados,
y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi
yugo y aprendan de mí, porque
soy paciente y humilde
de corazón, y así encontrarán
alivio.
Porque mi yugo es suave
y mi carga liviana”.
Comentario
Te veo, buen Jesús, con
los ojos que tú has abierto en
mi interior, te veo gritando y
llamando a todo el género humano:
“Venid a mí, aprended
de mí” ¿Cuál es la lección?...
tú, por quien todo ha sido
creado...¡cuál es la lección
que venimos a aprender en
tu escuela?... Que soy sencillo
y humilde de corazón”. (Mt
11,29).
Aquí están escondidos todos
los tesoros de la sabiduría
y de la ciencia (cf Col,23):
aprender esta lección capital:
ser sencillos y humildes de
corazón...
Que escuchen, que vengan
a ti, que aprendan de
ti a ser sencillos y humildes
de corazón los que buscan
tu misericordia y tu verdad,
viviendo para ti y no para
ellos mismos. Que lo escuche
aquel que sufre, que está
cargado con un fardo que
le hace desfallecer, hasta tal
punto de no atreverse a levantar
los ojos hacia el cielo,
el pecador que golpea su
pecho y se queda a distancia.
(cf Lc 18,13).
Que lo oiga el centurión
que no se sentía digno que tú
entraras en su casa (Lc 7,6)
Que lo oiga Zaqueo, el jefe
de los publicanos cuando devuelve
cuatro veces el fruto
de su pecado (Lc 19,8).
Que lo oiga la mujer que
había sido pecadora en la
ciudad y que derramaba tantas
lágrimas a tus pies por
haber estado tan alejado de
tus pasos (Lc 7,37).
Que lo escuchen, las mujeres
de la vida y los publicanos
que en el Reino de los
cielos preceden a los escribas
y fariseos. Que lo oigan
los enfermos de toda clase
con quienes compartías
la mesa y te acusaron de
ello...
Todos éstos, cuando se
vuelven hacia ti, se convierten
fácilmente en gente sencilla
y humilde ante ti, acordándose
de su vida llena de
pecado y de tu misericordia
llena de perdón, porque
“cuanto más se multiplicó el
pecado, más abundó la gracia”
(Rm 5,20).