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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangel io según San Juan 20,1-2.11-18.

22/07/2017 01:58 El Evangelio
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Evangel io según San Juan 20,1-2.11-18. Evangel io según San Juan 20,1-2.11-18.

El primer día de la semana,

de madrugada, cuando todavía

estaba oscuro, María Magdalena

fue al sepulcro y vio

que la piedra había sido sacada.

Corrió al encuentro de Simón

Pedro y del otro discípulo

al que Jesús amaba, y les dijo:

“Se han llevado del sepulcro al

Señor y no sabemos dónde lo

han puesto”. María se había

quedado afuera, llorando junto

al sepulcro. Mientras lloraba,

se asomó al sepulcro y

vio a dos ángeles vestidos de

blanco, sentados uno a la cabecera

y otro a los pies del lugar

donde había sido puesto el

cuerpo de Jesús.

Ellos le dijeron: “Mujer,

¿por qué lloras?”. María respondió:

“Porque se han llevado

a mi Señor y no sé dónde

lo han puesto”. Al decir esto

se dio vuelta y vio a Jesús, que

estaba allí, pero no lo reconoció.

Jesús le preguntó: “Mujer,

¿por qué lloras? ¿A quién

buscas?”. Ella, pensando que

era el cuidador de la huerta,

le respondió: “Señor, si tú lo

has llevado, dime dónde lo has

puesto y yo iré a buscarlo”.

Jesús le dijo: “¡María!”.

Ella lo reconoció y le dijo en

hebreo: “¡Raboní!”, es decir

“¡Maestro!”.

Jesús le dijo: “No me retengas,

porque todavía no he

subido al Padre. Ve a decir a

mis hermanos: “Subo a mi Padre,

el Padre de ustedes; a mi

Dios, el Dios de ustedes’”.

María Magdalena fue a

anunciar a los discípulos que

había visto al Señor y que él le

había dicho esas palabras.

Comentario

El que sondea las entrañas

y el corazón, sabiendo

que María reconocería su voz,

como verdadero pastor llama

a su cordero diciendo: “¡María!”.

Y ella dice enseguida:

“Sí, ciertamente es mi pastor

el que me llama para contarme

desde ahora entre las noventa

y nueve ovejas. Veo legiones

de santos, ejércitos de

justos... siguiéndole a él. Sé

muy bien que es él el que me

llama; yo ya lo había dicho, es

mi Señor, es él el que ofrece

la resurrección a los hombres

caídos”. Llevada por el fervor

del amor, la joven mujer quiere

agarrarle a él, a él que llena toda

la creación... Pero el Creador...

la levantó hacia el mundo

divino diciéndole: “No me

toques; ¿me tomarías por un

simple mortal? Soy Dios, no

me toques... Levanta tus ojos

a lo alto y contempla el mundo

celeste; es allí donde me debes

buscar. Porque yo subo a

mi Padre, a quien no he dejado.

Siempre he estado al mismo

tiempo con él, comparto

su trono, recibo el mismo honor,

yo que ofrezco a los hombres

caídos la resurrección.

“Que tu lengua, desde ahora,

proclame estas cosas y las

explique a los hijos del Reino

que están esperando que me

despierte, yo, el Viviente. Date

prisa, María, reúne a mis discípulos.

En ti tengo una trompeta

de potente voz; haz sonar

un canto de paz en los oídos

temerosos de mis amigos escondidos,

despiértales como

de un sueño, para que vengan

a encontrarme. Vete y di: ‘el

esposo se ha desvelado, saliendo

del sepulcro”... ?

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