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EL LIBERAL . El Evangelio

Mateo 13,44-52

29/07/2017 21:03 El Evangelio
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Mateo 13,44-52 Mateo 13,44-52

El Reino de los cielos

se parece a un tesoro escondido

en un campo,

que es encontrado por un

hombre que luego vende

todo lo que tiene para

adquirirlo. El campo

se vuelve imprescindible,

porque allí está el tesoro.

No duda, vende “todo” lo

que tiene. Si el tesoro está

allí, ¿Qué valor puede

tener todo lo demás? Así

pasa, cuando nos encontramos

con Jesús, cuando

nos dejamos cautivar

por su amor, cuando escuchamos

su llamado y

decidimos seguirlo, hacernos

sus discípulos.

¿Qué otra cosa puede tener

más importancia que

esto? Que estilo de vida

puede darnos más felicidad

que seguir a Jesús,

que vivir sus enseñanzas,

que ser parte de su proyecto

del Reino de Dios.

Hay personas que se

pasan buscando toda la

vida la felicidad, algo que

los comprometa en toda

su existencia, que los

haga vivir con pasión. Y

puede ser que encuentren

alegrías temporales,

razones pasajeras, expectativas

de corto plazo.

¿Pero que puede compararse

a vivir en comunión

con Dios? Quien encuentra

a Jesús, quién decide

seguirlo, todo lo otras

cosas de la vida, que son

buenas y nobles, pasan

a un segundo plano. Sólo

el Reino de Dios llena

el corazón, nos impulsa

a vivir la realidad del

amor, pero no limitada

sólo a los que nos aman,

sino abierta a todos, en

espacial a aquellos hermanos

que sufren, que

no la están pasando bien,

que necesitan de nuestro

amor, de nuestra solidaridad.

Lo mismo sucede con

el hombre que se dedica

a comprar y vender perlas

finas, cuando encuentra

una de gran valor,

vende todo lo que tiene

para comprarla. Este comerciante,

estaba acostumbrado

a poseer cosas

de gran valor, ésa es

su tarea. Sin embargo, al

encontrar esa perla, renuncia

a todo para poseerla.

¿Acaso, no sucede

lo mismo con aquellos

que encuentran a Dios

en sus vidas? Pueden tener

muchos logros, pueden

experimentar grandes

gozos, pero, ¿pueden

compararse con la vida

en Dios? Seguramente

que no.

Los santos o los mártires

viven esta comunión

con Dios con pasión,

se dejan transformar

por el amor de Dios,

nada les importa más

que estar con Jesús. Por

eso, a los ojos del mundo,

pueden parecer personas

raras, o con conductas

extraordinarias, y de verdad

no lo son. Son personas

simples que han

experimentado el amor

de Dios, y a partir de ahí,

todo lo demás que la vida

les ofrecía, ha dejado

de tender valor y sentido.

¡Qué lindas comparaciones¡

El Reino de Dios

se parece a un tesoro… a

una perla de gran valor…

Conclusión

¿Estos hombres son

personas de suerte?

¿Han sido predestinados

para encontrar esta “alegría”?

NO, todos estamos

llamados a vivir en

comunión con Dios, delante

de cada uno de nosotros

está “ese tesoro”,

“esa perla fina”. Quizás

nos falte abrir los ojos

para verlo, abrir el corazón

para dejarnos cautivar

por su presencia.

Dios está a nuestro lado,

siempre llamándonos

para invitarnos a vivir

junto a él. Quizás haya

demasiado ruido en

nuestras vidas, dispersión

en nuestro corazón

que nos impide verlo.

¡Animémonos a

buscarlo¡ ¡Si lo

encontramos,

dejemos

todo

lo otro para

ser felices¡

?

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