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EL LIBERAL . Viceversa

Superar y desarmar el sentido común

05/08/2017 21:56 Viceversa
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Superar y desarmar el sentido común Superar y desarmar el sentido común

“Leer es crecer y también es un modo de salvarse, una necesidad vital”, sintetiza Luis Palacios, de esa intensa entrega que significa para su vida la palabra poetizada, la que busca desentrañar sus sueños, sus esperanzas.

Siempre hay una poesía desnuda y visceral que se manifiesta y lo interpela. Afincado en Tucumán, el joven escritor santiagueño no descansa en su actividad y abre los poros de su creatividad e imaginación literaria para compartirlo con Viceversa.

¿Para quién escribe el poeta?

-El poeta, el escritor, creo que escribe para entender/se, para interpretar, porque es la tarea de quien es testigo, porque es su reacción física y emocional al ser atravesado por la realidad que lo circunda. Hay una búsqueda al meterse dentro de esa dialéctica, sin eso no hay más que letra vacía. Lacan decía “pues que mejor renuncie quien no pueda unir su horizonte a la subjetividad de su época”, y coincido plenamente. La poesía no considero que sea solo para captar bellezas, ni para hacer listados sentimentales alimentados por musas, alrededor pasan historias que superan y desarmar el sentido común que son instantes donde la poesía se ve excedida, puntos de no poesía, en que el cuerpo es trasladado a un punto en que le es inevitable volverse un relator de los extremos por fuera y dentro. Ambas cosas deben ir de la mano, yo amo leer, con esa idea de amor voraz y a veces desmedido. Creo más allá de eso, que hay una obligación en ser lector, de aquello que le llegue, de alimentar el cuerpo subjetivo de interpretación. Leer es crecer y también es un modo de salvarse, una necesidad vital. Leo en todo momento, me preparo mis pequeños escenarios de mate y palo santo y un libro elegido, en estos tiempos estoy releyendo “Sumisión” de Michel Houellebecq y no deja de gustarme esa forma de captar procesos que podrían suceder en realidad, esa ficción factible; además estoy leyendo algunos libros de Jung acercándome mucho a los conceptos de arquetipos, y siempre, siempre tengo a mano un libro de poesía, ahora ando cargando el libro de mi amigo Federico Soler: “Cuerpo Liminal”, una poesía desnuda y visceral. Pero amen de eso, es inevitable leer todo, estamos atravesados de textualidades y procesos a los que también hay que prestarles atención, como escritores debemos estar atentos, acechar lo que sucede a nuestro alrededor con mirada analítica y crtica.

Hoy las nuevas mediaciones tienen ese doble juego, por un lado te facilita la instantaneidad emocional lo cual también te facilita a exponerte muy fácilmente y por otro te acerca infinidad de información a la que de otro modo no accederías.

Antes nos era difícil acceder a algunos libros o textos, a los que hoy podemos tener acceso a través del pdf o los libros digitales; por otra parte también ha relativizado un poco la importancia de publicar, ha facilitado mucho la difusión del texto a través de blogs, notas, redes sociales. A veces habría que contener un poco esa ansiedad por mostrar, releerse y reescribirse, contener un poco esa necesidad. Esto de las redes me ha facilitado mucho para conocer a chicos que andan escribiendo y muy bien, que sin pretensiones de letras elevadas y sobreanálisis estilístico, son capaces de captar fotogramas muy interesantes de su mundo subjetivo que a la vez también pueden serlo para otros. No sé si eso quiere decir que haya nuevos estilos, pero sí nuevas miradas y forma de percibir y ver; y sobre todo que esas miradas sean sin tanta autorrepresión, sin ese miedo y mambo con el que hemos crecido otras generaciones, eso me parece tan sano y me gusta; disfruto mucho a algunos chicos que empiezan a mostrar sus poesías.

¿Hay algún rasgo de identidad en la poesía que se hace en Santiago o bien se instalan nuevos temas?

-Creo que el despojo de los jóvenes escritores y artistas en general, permite romper el acotado universo de símbolos en el que han querido encajonar nuestra idea de identidad. La identidad se recibe en mente y cuerpo de un modo muy personal, más allá de ese colectivo de discursos e imágenes, la realidad es dinámica y lo simbólico e identatario se ha modificado. Si hay un cimiento cultural ancestral que es inapelable y al que es necesario recurrir, pero si no se suma ni dinamizan esas subjetividades acoplándolas a la idea colectiva de las nuevas identidades, de a poco la palabra identidad se diluye, o se queda en un par de imágenes rupestres.

En la actualidad florece una generación que hace asado de las vacas sagradas, naturalmente son procesos cíclicos; son jóvenes que crecen bajo representaciones distintas y con prácticas propias, un pulgar interesante bajo el cual han construido un dios muy personal y que se apropian de la realidad con usos discursivos muy particulares e interesantes. También ahí hay una tarea fundamental, que es la de escuchar respetuosamente el ruido de unas estructuras que vienen rajándose, hay que defender ese proceso y ser muy cuidadosos de no restarle legitimidad a las nuevas miradas; esto implica muchas veces salir de ese lugar de estar enseñando o señalando que es bueno o que es malo, sino más bien retroalimentarse desde el sincretismo, desmontar del ego y la academia claro que sin dejar de ser consciente de la necesidad del aprendizaje y reflexión de nuestras prácticas. Muchas cosas he aprendido de mis compañeros generacionales, tan solo escuchando observando y compartiendo, esto ha sido tanto en Santiago como en Tucumán que me ha recibido de un modo amoroso y a veces salvaje también. No puedo dejar de mencionar sin cariño a Gaby Yauzá, Verónica Pizzella, Andrés Navarro, Claudio Rojo Cesca, Sandra López Paz, Néstor Mendoza, Diana Belaústegui, Juan Leguizamón, Pancho y Juan Santiago Avendaño, Mario Lavaisse, Julia Monk; en Tucumán Federico Soler, Gabriel Amos Bellos, María Belén Aguirre, Candelaria Rojas Paz, Alejandra Díaz, Pablo Dummit, Alejandro Gil, Marcos Bauza, Pablo Donzelli, Mariana Salvatore; en Salta a Héctor Cabot y Mario Flores y muchos otros que mi memoria desgastada ha sacado de foco. En las letras nuevas aparecen con mi admiración Fabricio Jiménez Osorio, Sofía Landsman Franzzini, Pilar Carranza, Ignacio Jurao, Gabriela Agüero y tantos que te impulsan a seguir escribiendo, creando y renovando espacios y que de algún modo te esculpen la energía, todos y cada uno de ellos.

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