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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 18,21- 35.19,1.

16/08/2017 22:29 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 18,21- 35.19,1. Evangelio según San Mateo 18,21- 35.19,1.

Se adelantó Pedro y le dijo:

“Señor, ¿cuántas veces

tendré que perdonar a mi

hermano las ofensas que me

haga? ¿Hasta siete veces?”.

Jesús le respondió: “No te

digo hasta siete veces, sino

hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los

Cielos se parece a un rey que

quiso arreglar las cuentas

con sus servidores.

Comenzada la tarea, le

presentaron a uno que debía

diez mil talentos.

Como no podía pagar, el

rey mandó que fuera vendido

junto con su mujer, sus hijos

y todo lo que tenía, para saldar

la deuda.

El servidor se arrojó a sus

pies, diciéndole: “Señor, dame

un plazo y te pagaré todo”.

El rey se compadeció, lo

dejó ir y, además, le perdonó

la deuda.

Al salir, este servidor encontró

a uno de sus compañeros

que le debía cien denarios

y, tomándolo del cuello

hasta ahogarlo, le dijo: “Págame

lo que me debes”.

El otro se arrojó a sus

pies y le suplicó: “Dame un

plazo y te pagaré la deuda”.

Pero él no quiso, sino que

lo hizo poner en la cárcel hasta

que pagara lo que debía.

Los demás servidores, al

ver lo que había sucedido, se

apenaron mucho y fueron a

contarlo a su señor.

Este lo mandó llamar y le

dijo: “¡Miserable! Me suplicaste,

y te perdoné la deuda.

¿No debías también tú tener

compasión de tu compañero,

como yo me compadecí

de tí?”.

E indignado, el rey lo entregó

en manos de los verdugos

hasta que pagara todo lo

que debía.

Lo mismo hará también mi

Padre celestial con ustedes,

si no perdonan de corazón a

sus hermanos”.

Cuando Jesús terminó de

decir estas palabras, dejó la

Galilea y fue al territorio de

Judea, más allá del Jordán.

Comentario

El Señor nos obliga a perdonar

las ofensas de los que

nos han ofendido, tal como

nosotros pedimos que nos

perdone las nuestras (Mt

6,12). Hemos de saber que no

podemos obtener lo que pedimos

en lo referente a nuestros

pecados, si no hacemos

lo mismo con los que han pecado

contra nosotros. Por

esto Cristo dice en otra parte:

“La medida que usaréis

la usarán también con vosotros”

(Mt 7,2). Y el siervo que,

después de haber sido perdonado

de toda su deuda, no

ha querido hacer él lo mismo

con el compañero de servicio

que le debía, es metido

en la cárcel. Porque no quiso

tener compasión con su

compañero, perdió lo que su

amo le había concedido gratuitamente.

Y esto, Cristo lo

establece aún con más fuerza

en sus preceptos, cuando

decreta...: “Cuando os pongáis

a orar, perdonad lo que

tengáis contra otros, para

que también vuestro Padre

del cielo os perdone vuestras

culpas. Pero si no perdonáis,

tampoco vuestro Padre que

está en el cielo os perdonará

vuestras culpas” (Mc 11,25-

26).

Cuando Abel y Caín ofrecieron

los primeros sus sacrificios,

no fueron su ofrendas

lo que Dios miró, sino su

corazón (Gn 4,3s). Aquel cuya

ofrenda le agradó, es aquel

cuyo corazón le agradaba.

Abel, pacífico y justo, ofreciendo

en su inocencia un

sacrificio a Dios, enseñaba

a los demás a acercarse con

el temor de Dios a ofrecer su

ofrenda sobre el altar, con un

corazón sencillo, el sentido

de la justicia, y mereció llegar

a ser él mismo una preciosa

ofrenda y dar el primer testimonio

de martirio. Prefiguró,

por la gloria de su sangre, la

Pasión del Señor, porque poseía

la justicia y la paz del Señor.

Los hombres semejantes

a él son los que se ven coronados

por el Señor, y que, en

el día del juicio, obtendrán la

justicia.

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