Evangelio según San Mateo 23,1-12. Evangelio según San Mateo 23,1-12.
sus discípulos:
“Los escribas y fariseos
ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo
lo que ellos les digan, pero
no se guíen por sus obras,
porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las
ponen sobre los hombros de
los demás, mientras que ellos
no quieren moverlas ni siquiera
con el dedo. Todo lo hacen
para que los vean: agrandan
las filacterias y alargan los
flecos de sus mantos; les gusta
ocupar los primeros puestos
en los banquetes y los primeros
asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y
oírse llamar “mi maestro” por
la gente. En cuanto a ustedes,
no se hagan llamar “maestro”,
porque no tienen más que un
Maestro y todos ustedes son
hermanos. A nadie en el mundo
llamen “padre”, porque no tienen
sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco
“doctores”, porque sólo tienen
un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre
ustedes se haga servidor
de los otros, porque el que
se ensalza será humillado, y
el que se humilla será ensalzado’.
Comentario
Hoy se usa bastante la palabra
“referente” para señalar
a una persona que brilla ante
nosotros por alguna cualidad
especial. Parece significar
lo mismo que “modelo”, o,
al menos algo parecido a esta
palabra, ya más gastada por
el uso. Jesús viene a decirnos:
“no toméis por referentes
o modelos a los escribas y
los fariseos. Hablan correctamente,
pero su vida no es un
dechado de calidad y conducta
humana”’.
Lo podría decir también de
muchos de los que dirigimos
la palabra a las comunidades
cristianas.
Nuestro hablar puede ser
correcto; nuestra vida es ya
otro cantar. Lo formulaba muy
bien un poeta y obispo, Don
Pedro Casaldáliga: No voy, va
mi palabra. ¿Qué más queréis?
Os doy todo lo que yo
creo, que es más que lo que
soy.
Otro obispo, San Agustín,
se hacía eco de las otras
reglas dadas por Jesús: “Con
vosotros soy cristiano, para
vosotros soy obispo. ‘Cristiano’
es un título de dignidad;
‘obispo’ es designación de un
deber que me infunde temor”.
El apóstol Pablo se atribuye
el título de “padre”. Dice
que los fieles pueden tener
muchos pedagogos, pero que
padres tienen pocos, pues fue
él, Pablo, quien los engendró
para una vida nueva. El mismo
apóstol señala, entre los
distintos carismas que hay en
la Iglesia, el de maestros. Vemos,
pues, que no faltan usos
distintos en la Iglesia. Esto
nos puede librar de “fetichismos
lingüísticos”, de “tabúes
lingüísticos”, o de “fundamentalismos
lingüísticos”, si me
permitís las expresiones.
Quizá se objete: “Pero la
palabra de Jesús debe prevalecer
sobre la de Pablo (que
quizá no conocía estas palabras
que figuran en Mateo)”.
Y esto nos llevaría a cuestiones
como la historicidad
de esas palabras que aparecen
en labios de Jesús, o la
prioridad del sentido sobre la
pura letra. ?