Pintarás tu aldea Pintarás tu aldea
entretenimiento de niño,
cuando su madre lo ponía
“de castigo” ponerse a dibujar
para que no haga travesuras,
se terminó con el tiempo convirtiéndose
en su medio de expresión más
genuina. “Recuerdo que mi madre inconscientemente
me obligaba a dibujar
y ahí es donde descubrí mi gran pasión
por el arte”, confiesa el joven artista
plástico, escultor y muralista Cristian
Benavídez.
En su diario desandar, conoció las
calles de su barrio y de su ciudad con
sus herramientas artísticas en mano,
“porque la calle siempre está transmitiéndote
algo”, reconoce, de esos lugares
elegidos donde despliega su colorido
mensaje y con ello, buscando estimular
una actitud social de análisis, tratando
a su vez de intentar interpretar
los sueños de la gente para luego trasmitir
a su manera el futuro que los santiagueños
queremos.
Antes de crear su obra, indaga su
comunidad y sus costumbres, interactuando
con otros artistas locales, para
finalmente plasmar sus vivencias en
las paredes de su amado Santiago del
Estero. Junto a su compañero de ruta,
Christian Varas Guaraz, Benavídez
cofundó el grupo A-MáS (Agrupación
Muralista de Artistas Santiagueños),
una manera de incentivar la difusión
del muralismo como un medio de arte.
En ese empeño de dar estética a las
paredes, también hay un mensaje que
el espectador debe decodificar, porque
de eso se trata: de socializar temáticas
que forman parte del patrimonio tangible
e intangible tan presentes en los barrios
de nuestra histórica ciudad.
Por eso, sin rodeos, Cristian destaca
que las obras de arte “están hechas para
concientizar y valorar el entorno, la vida,
las cosas, despertar lo emocional…
el pensamiento de la gente. Uno puede
interpretar un problema que afecte a la
sociedad en su conjunto y plasmarla en
un muro…” comenta sobre ese peculiar
modo de transmitir con profundidad
un mensaje que va más allá de un
“simple decorado o embellecimiento de
las paredes”.
¿Qué influencias tempranas
tuviste con al arte en general?
-Mi inicio en el mundo de las artes
plásticas ocurrió cuando era niño, pero
no comprendía lo que en verdad significaba
este maravilloso mundo que iba
descubriendo, y que comenzó como un
entretenimiento de distracción. Apenas
tenía una hoja y un lápiz en mano y me
ponía a dibujar. Mis influencias tempranas
fueron con las revistas, libros o
diccionarios, donde encontraba dibujos
de grandes artistas como Miguel ángel,
Leonardo da Vinci, Salvador Dalí, Pablo
Picasso, que sin saberlo eran los grandes
genios del arte.
¿El santiagueño consume artes
plásticas? ¿Por dónde pasa su interés
por este gusto artístico?
-El santiagueño no consume arte o
quizás, muy poco. Creo que no se valoriza
a los artistas, no sólo de la plástica
sino de todas las ramas, y eso que hay
muchísimos grandes artistas, pero los
gustos de las personas son subjetivos.
De todas formas, lo bueno y lo positivo
es que siempre se va renovando en
todas las ramas del arte. Creo que hay
mucho por hacer, Santiago del Estero
es poseedora de una cultura milenaria,
y una de las pocas provincias que tiene
una identidad muy fuerte en muchos
aspectos, tanto desde la música, como
la poesía, la danza, así como también lo
fue desde las artes plásticas el grupo “La
Urpila”, y grandes referentes de la cultura
santiagueña como Mario Martínez,
Ricardo Touriño, Alejandro Díaz, Juan
Bejarano, Carlos Villavicencio, Rodolfo
Soria, Omar Mancilla, Rafael Touriño,
Lito Garay, Alicia Vidal, Luis Garay, por
mencionar algunos.
¿Cómo ves la inserción de las
plásticas y el dibujo en otros terrenos
del arte?
-El arte es un círculo que siempre
está ligado a otras ramas, así como
los poetas con los músicos, los bailarines
con la música, y la plástica ahora
con los poetas, músicos y bailarines,
ya sea mediante intervenciones audiovisuales,
ya que hay grupos que se están
dedicando a esas ramas, como lo son
el grupo “Los Tripulantes”, por nombrar
algunos, escenografías que vengo
realizando con muchos músicos como
el “Duende” Garnica, Claudio Acosta,
Juan Saavedra, y en las danzas interviniendo
en sus vestimentas, pintando
rostros como lo sería en un tiempo
el llamado bodypainting, y mucho antes
haciendo impresión de remeras para
Franco Ramírez (músico).
¿Te sientes más identificado
con el muralismo?
-Yo también me hago esa pregunta
siempre… sólo sé que soy un trabajador
del arte. En un tiempo, las pinturas de
caballete ya me limitaban mucho, por
eso comencé a realizar mi primer mural
en mi barrio Ejército Argentino, donde
nací y me crié. Antes me fui a Buenos
Aires con mi colega Sergio Jiménez, a
trabajar con un artista plástico Marino
Santamaría, que tenía un proyecto en
la calle Lanín en Capital Federal (Buenos
Aires), proyecto que se basaba en
la realización de murales con la técnica
de venecitas o azulejos cortados armando
rompecabezas, una idea que lo había
realizado hace muchísimos años el gran
artista (Antoni) Gaudí en España, y eso
me sirvió como desafío para ir entrando
mucho más y con la seriedad que se
merece hacer un trabajo de muralismo.
En mis tiempos libres en Buenos Aires,
nos íbamos a conocer La Boca, Plaza
Lezama, lugares emblemáticos, museos
de arte modernos y contemporáneos,
donde apreciábamos obras como
las de Benito Quinquela Martín, Carlos
Alonso, Lino Spilimbergo, Antonio Berni,
David Alfaro Siqueiros, entre otros.
Ese viaje me llenó el alma y vine “embalado”
a mi lugar para poder realizar mi
primer mural en la calle 5 y 59 del barrio
Ejército Argentino, con la obra titulada
“Todos somos uno”, una temática
sobre derechos humanos y la crisis que
estábamos pasando durante el 2001 en
adelante.
¿Es necesario conocer las técnicas
de la artes plásticas para interpretar
una obra o lo más importante
pasa por lo emocional
siempre?
-La gente por desconocimiento no
sabe leer o interpretar las obras muchas
veces. Uno trata de ser lo más sencillo
para que a simple vista, pueda ser interpretado,
pero lo más importante es que
pase por lo emocional. Si por ejemplo,
una persona pasa frente a un mural y lo
hace detener, es porque le llamó la atención
algo, le causa risa, lágrimas o bien
lo hace pensar o simplemente le provoca
rechazo o lo que fuese. Todo pasa por
lo subjetivo más allá de la técnica, los
colores o formas que utilice.
¿Percibes que hay un nuevo
despertar en las generaciones actuales
de artistas santiagueños
con el muralismo?
-Creo que hay un gran despertar en
la rama del muralismo. Hay muchos colegas
que tienen un gran talento, como
mi compañero Christian “buitre” Varas
Guaraz, con el cual formamos un grupo
que llevamos a cabo, y lo dimos a denominar
A-MáS (Agrupación Muralista
Artistas Santiagueños) y también
con Wilfredo Moreno, Matías Soria, José
Collado, Sergio Herrera, Juan López,
por nombrar a algunos que se dedican
mucho en la materia. Espero que
sigan creciendo y se tome en serio esta
rama del arte que es el muralismo. Las
artes plásticas representan una gran herramienta,
porque una imagen dice más
que mil palabras. En estos difíciles momentos,
el muralismo tiene un gran auge
como grito popular, donde el objetivo
principal es contar y no ser indiferente a
las problemáticas de la sociedad, lo que
pasa en una ciudad, el país y el mundo
entero. Si el muralismo no cumple esa
función, es simplemente un decorado
o un embellecimiento de las paredes.