El maestro rural que creó el Ahorro Postal Escolar El maestro rural que creó el Ahorro Postal Escolar
se evocan, por estar inmersas en un
denso manto de olvidos. Basta que exploten
las remembranzas para que resurjan
y transiten nuevamente por los
senderos ilimitados del tiempo.
La Aguada, paraje del Departamento
Río Hondo, escuchó en septiembre
de 1891, los primeros arpegios que brotaban
del interior de un niño recién nacido,
al que sus padres bautizaron con
el nombre de Francisco de Jesús Lescano.
Dios depositó en él una fuerte vocación
docente, la que cobró vida e hizo
factible que a los dieciséis años se
convirtiera en maestro rural, capaz de
sortear obstáculos y vencer la soledad
de días saturados de lejanías y no pocas
veces de desilusiones y desasosiegos.
Integró la lista de 26 docentes dispuestos
a luchar contra el analfabetismo
en el año 1907. Las paupérrimas aulas
de las escuelas rancho fueron para
él un desafío.
Lo recibió primero la Escuela Lainez
N° 6, del terruño que lo vio nacer; luego
la número 99 de San Benito, Guasayán,
donde tuvo que enfrentar la pobreza
del entorno y aprender un nuevo idioma,
el quichua, para relacionarse con
los habitantes del lugar y con sus alumnos
a los que transmitió conocimientos
y consejos.
A los problemas los afrontó con
“garra” y corazón. Los venció y logró
que su vida cobrara una magnitud impensada,
perfumada por el aroma de
los montes, arrullada por el viento y
beneficiada por los vivificantes rayos
del sol.
Ese lugar de Guasayán consiguió
que, de sus entrañas, brotara como un
manantial una confluencia de ideales y
que sus horas se enlazaran con ambiciosos
proyectos.
Francisco de Jesús, el maestro rural,
educador, consejero, auxiliar de
necesidades sociales y espirituales
consiguió consolidar con los lugareños
un vínculo de afecto y de amistad respetuosa.
Con paciencia pudo imponer
en el ambiente donde imperaba la ignorancia,
el concepto de que el ahorro
es un invalorable amigo, un tesoro poderoso,
un indestructible cimiento para
proyectar un futuro capaz de brindar
múltiples oportunidades.
Con una labor tesonera organizó un
innovador sistema previsional en el aula.
Al finalizar el año escolar reunía a
los alumnos y en presencia de los padres
les entregaba la suma que cada
uno había acumulado gracias al aporte
diario de moneditas. Con la citada
práctica inculcaba también en los niños,
la importancia de obviar gastos
superfluos, cuidar los útiles, la vestimenta,
etc., para alivianar el sacrificio
que realizaban los padres para cuidarlos
y educarlos.
La Escuela N° 99 de San Benito se
convirtió en un faro de luz. Incorporó
un comedor escolar; integró una asociación
cooperadora; formó una biblioteca;
construyó un aljibe para paliar la
falta de agua. En 1920 se convirtió en la
Agencia N° 1 de Ahorro Escolar, ya que
la experiencia y lucha de Francisco de
Jesús, aplicada en ella para combatir
la dilapidación económica, se había extendido
por toda la Argentina por disposición
del Consejo Nacional de Educación.
La visión creadora de ese maestro
rural santiagueño permitió contar en el
país con 118.000 agencias escolares y
habilitar más de 350.000 Libretas de
Ahorro. El Gobierno Nacional, como reconocimiento
a tan significativo aporte,
designó con el nombre de Caja Nacional
de Ahorro y Seguro a la Escuela
Lainez de San Benito, Guasayán.
Tiempo después autorizó al Consejo
Nacional de Educación a aplicar de 1°
y 6° grado un programa especial sobre
el aspecto previsional mediante la utilización
de cuentos, leyendas y poesías,
material que se reunió en el libro editado
en 1947, “Ahorro, Manual Auxiliar del
Docente”. El mismo, en su tapa, muestra
la figura de una niña sentada atesorando
entre sus manos una alcancía, la
que a su vez se apoya en su regazo. La
imagen permitía leer, sobre el pedestal
que sostiene el símbolo de la cultura
del ahorro, cuatro palabras: “Infancia
previsora, vejez tranquila”. El modelo
original lo constituye una escultura
que aún se conserva. La niña Aída Ferrari,
de seis años, posó para el artista,
que supo imprimir la dulzura de la mirada
de la pequeña, reconcentrada en la
ranura de la alcancía.
La historia de la vida del maestro
rural santiagueño, creador del Ahorro
Escolar, resurge una y otra vez del olvido,
del crepúsculo de sombras, de
las páginas del pasado. Crece y engarza
recuerdos, los que danzan en los homenajes
que recibió por su feliz iniciativa
a lo largo y ancho de la Argentina:
- Reconocimiento en el Edificio de
la Caja Nacional de Ahorro Postal, siendo
presidente de la misma el Sr. Antonio
Cafiero.
- La imposición de su nombre a varias
escuelas de la provincia de Santiago
del Estero.
- Su imagen ilustró la tirada de la lotería
provincial del 1° de abril de 1974.
- Lectura dedicada a él en el libro
“Piquillín” de cuarto grado.
- Remembranzas de su accionar en
el Manual para Cuarto Grado titulado
“Santiago del Estero”.
Con el correr de los años, su empuje
no se detuvo: fomentó la creación
del Club Atlético Güemes; fue socio
fundador de la biblioteca que lleva
el nombre del héroe salteño e impulsó
la creación de un monumento a la memoria
de ese gaucho histórico. Acompañó
a Monseñor Dubrovich en la colocación
de la piedra basal de la que sería
tiempo más tarde la Parroquia Sagrado
Corazón de Jesús del barrio Rivadavia.
Integró comisiones de la Liga
del Maestro Santiagueño y de la Universidad
Popular. El 28 de septiembre
de 1975 los brazos del Señor se abrieron
para recibirlo.
Hoy en el cielo, donde no transcurre
el tiempo y las imágenes se diluyen
como el polvillo de los vientos, don
Francisco de Jesús Lescano sigue enseñando
el silabario y enalteciendo al
magisterio.