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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Por qué somos hermanos en Cristo

16/09/2017 22:49 Padre Koffi Gilbert
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Por qué somos hermanos en Cristo Por qué somos hermanos en Cristo

En el Evangelio de hoy, Pedro le pregunta a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga?”. Esta pregunta me da la oportunidad de pensar cuando hablamos de hermanos.

En todas las culturas se habla de hermanos de sangre o de raza. Cuando hablamos de hermanos nos referimos a la familia, pero en la Iglesia Católica hablamos de hermanos en Cristo. ¿Qué quiere decir? En su sentido bíblico: “Los cristianos somos hermanos en Cristo”. (Carta a los Colosenses 1, 2).

La Iglesia es como una fraternidad en Cristo y es una concepción radical de la Iglesia para que no haya distinción ni separación, por eso somos hermanos. Cristo ha tomado la condición humana para estar con nosotros. Entonces Jesús es nuestro hermano mayor y hace que nosotros, desde el Bautismo, seamos hermanos, con lo que hemos recibido de la gracia de Dios.

Debemos saber cuál es la significación real: ante todo, ser hermanos en Cristo es una gracia, no lo hemos elegido. No es algo que nosotros hayamos logrado, conseguido ni pensado, sino que es un regalo de Dios, que nos da la oportunidad para que lleguemos a vivir como verdaderos hermanos.

Como hermanos vamos a tolerarnos, a convivir y a pelear, pero si hay amor tenemos que ver la posibilidad de perdonarnos, aceptarnos y buscar el bien de todos.

Ser hermanos en Cristo es una gracia, no es algo que nosotros vamos a buscar o elegir. Ser hermanos en Cristo significa que al ser cristianos nos adherimos a una fraternidad que rompe las fronteras culturales, étnicas y nacionales, uniendo un cuerpo a persona de distintas procedencias. Por eso, nuestra Iglesia es una riqueza, porque a donde voy tengo a mis hermanos y hermanas no sólo de sangre.

“Los antiguos enemigos pasan a ser ahora hermanos” (Carta a los Efesos 2, 13-15). De ahí que la verdadera Iglesia cristiana no puede apoyar a aventuras militares de unos pueblos contra otros, entonces no somos enemigos, sino que formamos el Pueblo de Dios, una familia. Somos hermanos porque en esa familia todos tenemos un mismo Padre, un mismo Señor, que es Jesús el Mesías.

En esa unidad, ser hermanos significa ser colaboradores. Hay que trabajar, cooperar y actuar como todos.

Cuando Pablo miraba a las iglesias no veía el grupo de colaboradores, no miraba cómo las personas que están lejos, porque hacen el mismo trabajo y equipo, sino que buscaba el bien de todos, no los intereses personales. Además de ser colaborador, ser hermano significa ser compañero para decir que todo lo que me llega debe llegar a mi hermano que está cerca. Entenderlo de esta manera la Carta a los Efesios 6 -12, es una manera de entender a la Iglesia como una fraternidad en Cristo, vernos como un conjunto de personas luchando contra un mismo enemigo y para eso necesito el apoyo de los demás en una misma lucha. Por eso nosotros debemos defender la Iglesia.

No podemos quedarnos sin hacer nada. Es fácil decir que amamos a Dios, pero tenemos que amar a nuestro hermano. Ser hermanos en Cristo no significa que somos socios, sino que somos personas que buscan mostrar la verdadera identidad de Cristo.

El cristianismo primitivo se caracterizó por un compartir intenso de los bienes, entonces si somos hermanos debemos compartir. Es una nueva fraternidad. Ser hermanos significa dar gracia unos por otros, hacer memorias unos de otros, orar unos por otros. Es más, es un compromiso grande, no sólo decirnos hermanos o hermanas y quedarnos ahí.

Cuando Pablo habla de la oración es para pensar a los demás. Hay que buscar cuántas veces voy a hacer el bien de los demás. Podemos criticar, denunciar, pero debemos llegar también a actuar.

Hoy las personas quieren ver si somos realmente hermanos. No debemos mirar las críticas, sino dejar los pensamientos de este mundo para llegar a ser posible esta realidad.

Hoy vamos a orar por todos nosotros, los cristianos, para que como hermanos podamos formar esta fraternidad, buscar el bien y abrirnos a todos. Que no sea únicamente una sociedad cerrada, sino que nosotros miremos a todos los seres humanos, sin importar la raza, ni la religión, ni lo que haga. Todos somos hijos e hijas de Dios. Que esta manera de ver pueda ayudarnos a corregir, a sacar los obstáculos, para que no haya fronteras entre los hijos de Dios. Que nuestra Madre, que el viernes celebramos a Nuestra Señora de los Dolores, no continúe sufriendo por esta división y enemistad, sino que nos ayude a considerar que tenemos un Padre, una Madre y que todos somos hermanos y hermanas. Que la Iglesia sea abierta a todos y no cerrada, que todo lo que hagamos sea por la gloria de Dios, del bien de nuestros hermanos para que el mundo vea que realmente miramos cómo esos hermanos se aman, se ayudan. Que todo lo que hagamos sea para dar una buena imagen de Cristo, de Dios Padre y de Dios Espíritu Santo. Que Dios de la Trinidad nos ayude para poner en práctica ese amor y esa fraternidad. Amén.

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