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En la cámara Gesell, la ahijada de Fabbro ratificó que fue abusada

    Para los peritos la niña no fabula cuando acusa a su padrino

Para los peritos la niña no fabula cuando acusa a su padrino.

18/09/2017 19:06 País
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BUENOS AIRES.- El martes 8 del mes pasado, la menor H., de apenas 11 años, ingresó a una sala especial del Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema, ubicado en un edificio de la calle Lavalle.

Se esperaba que respondiera preguntas, que declarara en el contexto y mecanismo especial de una cámara Gesell.

El motivo de la cita era una acusación de un delito particularmente brutal: su padrino, el futbolista Jonathan Fabbro, la habría abusado sexualmente, forzándola a practicarle sexo oral, tocándole los pechos, en la casa de su abuela, en el auto del mediocampista, ex River y Boca, ex Cerro Porteño, pareja de la modelo Larissa Riquelme.


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Los abusos no habrían sido en una sola ocasión, sino sostenidos en el tiempo; habrían ocurrido durante al menos cinco años.

La niña primero se lo contó a su madre, luego su madre lo denunció a la Comisaría N° 52 de la Policía de la Ciudad, lo que disparó una causa en el Juzgado N° 32 del doctor Santiago Quian Zavalía, motorizada por el abogado querellante Gastón Marano, en representación de la menor.

Fabbro, por su parte, contrató un defensor, el abogado Fernando Burlando, y a un perito de parte, Mariano N. Castex, uno de los expertos forenses más reconocidos de la Argentina.

La cámara Gesell de H. fue presenciada por el abogado Marano, por un letrado sustituto que designó Burlando, por el perito Castex, por el perito de parte de la querella, Alejandro Basile, por el juez Quian Zavalía.

Pero, del otro lado del vidrio espejado, la única interlocutora de la menor fue la psicóloga de la Corte Suprema a cargo de la pericia. El resto oyó, detrás del vidrio grueso, lo que H. decía a través de parlantes.

H. habló firme, resuelta. Respondió las inquietudes de la defensa de Fabbro que fueron transmitidas a la psicóloga, preguntas de la psicóloga misma. Escribió parte de su relato. También, graficó con muñecos los supuestos abusos cometidos por su padrino. Finalmente, ambos peritos de defensa y querella firmaron el análisis, en conformidad con la metodología.

Lo que dijera la menor y lo que luego dijera la psicóloga eran absolutamente clave.

El resultado de la cámara Gesell de H. –una inicial de fantasía, empleada para proteger su identidad– se volvía un factor de gran peso para la defensa a cargo de Burlando. La semana pasada, ese resultado se conoció y fue integrado al expediente.

Fuentes cercanas al expediente aseguraron que la psicóloga del Cuerpo Médico Forense aseveró que los dichos de H. son "verosímiles" en un muy alto grado y que la menor no fabula.

Es decir, al acusar a Fabbro, de acuerdo a una evaluación de una perito de la Corte Suprema, la menor podría estar diciendo la verdad.

Si es así, entonces es mucho tiempo en prisión. La calificación del expediente en el Juzgado de Instrucción N° 32 es la de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo.

En el caso de que el mediocampista sea juzgado y encontrado culpable podría recibir hasta 20 años de cárcel; 15 es el máximo por abuso, otros cinco años pueden ser agregados por el agravante de vínculo.

El resultado de la cámara Gesell que complica aún más la situación del futbolista no existe en un vacío, sino que se suma a una pila de pruebas en su contra.

En el expediente ya consta, por ejemplo, la declaración testimonial de la madre de H. que reproduce lo que habría sido un relato de la menor.

"Yo me dejé, le dije a todo que sí, cuando me besa, como si fuera mi novio, porque tenía miedo a que me hagan algo pasaron esas cosas. La última vez me tocó el cuerpo", aseveró la menor, en boca de su propia madre.

También, algo mucho más difícil de relativizar para cualquier defensa: una serie de chats de Whatsapp entre Fabbro y H. El tono es por lo menos llamativo. Es decir, nadie le habla así a su ahijada.

"Mandá fotos", le dice el futbolista a su ahijada en un mensaje. "No da", le respondió ella: "Pedile esas cosas a tu novia", le reprochó, en referencia a su pareja, la modelo Larissa Riquelme.

"A mi novio tampoco le mando fotos así", dijo luego la menor. "Perdón, pero me parece que no da", le contestó ella.

Luego, Fabbro se puso un poco insistente. Comenzó con emoticones, caras tristes, de llanto, caras de ansiedad. "¿Tenés jeans? A verlooo", dijo el jugador, antojadizo. "No, pollera", respondió ella. Finalmente, la niña le envió dos fotos a su padrino futbolista, ninguna en una pose sensual, ninguna imagen provocativa.

La conversación ocurrió en abril de este año. Fue descubierta por el hermano mayor de H., de 17 años, que le informó a su mamá, lo que disparó la denuncia y la causa en el Juzgado N° 32. Por lo pronto, el iPhone 5 de la menor fue entregado a la división Cibercrimen de la Policía de la Ciudad para ser peritado.

Fabbro tiene cierta suerte hasta ahora. El abogado Marano pidió su arresto al juez Quian Zavalía en julio pasado, al enterarse de que el futbolista estaba en Buenos Aires.

El mediocampista ya había vuelto a Paraguay para cuando la orden estaba presentada en mesa de entradas.

Por lo pronto, no hay un pedido de indagatoria, o una orden de arresto formalizada.

Fabbro está lejos, por así decirlo, con un nuevo trabajo.

Ayer por la noche debutó con su nuevo equipo, el Lobos BUAP de Puebla, México. El partido fue contra el Veracruz: el Lobos ganó, 1 a 0.

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