Breve historia del taxista de las noticias sencillas, pero profundas

A bordo de su auto de alquiler, David Bukret recorre la ciudad todas las mañanas. Es su trabajo fijo, con el que se sustentan su esposa y su hijo de 21 años. Pero lejos de ser un taxista común, David mira más allá de lo que el resto vemos cotidianamente, más allá de los nombres de las calles, de la cara de sus pasajeros o del color del semáforo.

Siempre atento a los detalles, es un captador de historias, de esas que llegan al corazón de todos y que nadie las ve a simple vista. Y además de contarlas en su cuenta de Facebook, ahora también las hace a través de la página web de EL LIBERAL.

Uno de sus ‘descubrimientos’ fue noticia mundial y hasta el día de hoy lo recuerda y se enorgullece. Fue él quien inmortalizó la imagen del abuelo que cruzó una calle junto a su nieto con un trencito de casi dos metros. Esa fotografía que recorrió el mundo, nació en David.

"Suele llamarme la atención lo cómico o lo espontáneo, como lo fue la historia del abuelo, con el nieto y el trencito. Algo tiene que haber de mágico o extraordinario para que yo pueda captar estos tipos de casos", cuenta el remisero.

"Me gustan los valores que trasmiten las imágenes, el recrear las cosas simples, lo tradicional. Son momentos mágicos que me gusta rescatar y compartir", agrega.

Su historia

David Bukret vive en el barrio 8 de Abril junto con su esposa, empleada de comercio, y su hijo, estudiante de la carrera de Comunicación Social.

Sus ganas de superarse son tan grandes que nunca se quedó quieto. Escribió su historia en papeles sueltos hasta que descubrió que de ellos podría armar un libro. Tiempo después nació "A pesar de todo", su primera obra literaria. Hoy, está en proceso su segunda obra, aunque el presupuesto a veces retiene el deseo de concretarlo. Pero eso no es todo: "Yo quise una familia y la tengo; quise casa y puedo obtenerla; luché por un auto propio y ya lo logré. Ahora voy por más. Este año ingresé a la carrera de Literatura y por suerte estoy encaminado", cuenta David mientras recuerda que aunque a veces los tiempos no le dan, "hasta que sale el pasajero que voy a buscar o el semáforo está en rojo, le echo una mirada a los apuntes".