La historia de los hermanos Chávez moviliza a santiagueños y cordobeses
En ambas provincias hay gente que trabaja por los hermanos que sorprendieron también a los médicos con su rápida recuperación.
“Quiero agradecer a toda la gente que se movilizó para ayudarnos. Es increíble saber que tantas personas están preocupadas por nosotros, algunas que ni siquiera nos conocen, pero que nos están apoyando de distintas maneras”, fueron las primeras palabras de Ángel Chávez, el muchacho de 18 años que recibió un riñón de su hermano mayor, Cristian (21), y cuya historia despertó una cadena de solidaridad que unió a muchas personas de Santiago del Estero y de Córdoba.
Hasta hace un par de semanas la voz de Ángel sonaba triste y apagada, después de casi tres años de angustiante espera por el órgano que le permitiría mirar con más optimismo su futuro. Pero todo cambió la mañana del lunes 16 de noviembre, cuando salió de la sala de cirugía del Hospital Privado de la provincia mediterránea. Rato antes había salido de otro quirófano su hermano, quien decidió entregarle mucho más que su afecto en una intervención de alto riesgo, pero cargada de fe y apuntalada por mucha gente que acompañó a la familia Chávez en esta dura prueba.
“‘Es increíble, pero los dos se han recuperado en tiempo record’, nos dijeron los médicos. El esperaban que, si todo andaba bien, nos recuperemos en diez o más días, pero en una semana ya estamos muy bien, yo estoy ya en el hotel, y mi hermano al día siguiente de la operación ya estaba caminando. Es realmente increíble y estamos muy felices. Les damos las gracias a Dios y a todos los que nos ayudaron”, insistió Ángel en un contacto telefónico que mantuvo ayer con EL LIBERAL desde Córdoba.
La historia de estos hermanos Chávez, provenientes de una familia humilde del barrio Cabildo Santiagueño de esta ciudad, empezó a conocerse hace poco más de un año, cuando se supo de la delicada situación de Ángel, quien a su corta edad se le diagnosticó una insuficiencia renal, aparentemente provocada por un fuerte golpe sufrido hace varios años.
Fue entonces que Cristian, harto de vez sufrir a su hermano menor y a toda su familia, tomó la decisión. En todo ese tiempo, la vida de los Chávez tuvo un gran cambio, ya que su frágil economía que se sostiene con la venta de pan casero y empanadas, tuvo que girar en torno a las necesidades de los hermanos.
Desde entonces, vecinos y amigos empezaron a trabajar en una colecta que de a poco fue sumando adherentes. También recibieron ayuda oficial para construir una habitación y el sanitario donde los hermanos podrán continuar la recuperación, ya que la vivienda que comparte con el resto de los hermanos y sus padres no reúne las condiciones necesarias.
Fue un enorme trabajo que se realizó durante meses y que, como bendición divina, en Córdoba encontró eco en un grupo de personas que no dudó en movilizarse también para ayudar a Ángel y Cristian, quienes habían viajado con su hermana Paola y su mamá Selva. Su aporte fue fundamental para que todo se diera dentro de lo esperado: el trasplante exitoso y una estadía mucho más agradable y con contención espiritual que fue fundamental en los peores momentos.l
Hasta hace un par de semanas la voz de Ángel sonaba triste y apagada, después de casi tres años de angustiante espera por el órgano que le permitiría mirar con más optimismo su futuro. Pero todo cambió la mañana del lunes 16 de noviembre, cuando salió de la sala de cirugía del Hospital Privado de la provincia mediterránea. Rato antes había salido de otro quirófano su hermano, quien decidió entregarle mucho más que su afecto en una intervención de alto riesgo, pero cargada de fe y apuntalada por mucha gente que acompañó a la familia Chávez en esta dura prueba.
“‘Es increíble, pero los dos se han recuperado en tiempo record’, nos dijeron los médicos. El esperaban que, si todo andaba bien, nos recuperemos en diez o más días, pero en una semana ya estamos muy bien, yo estoy ya en el hotel, y mi hermano al día siguiente de la operación ya estaba caminando. Es realmente increíble y estamos muy felices. Les damos las gracias a Dios y a todos los que nos ayudaron”, insistió Ángel en un contacto telefónico que mantuvo ayer con EL LIBERAL desde Córdoba.
La historia de estos hermanos Chávez, provenientes de una familia humilde del barrio Cabildo Santiagueño de esta ciudad, empezó a conocerse hace poco más de un año, cuando se supo de la delicada situación de Ángel, quien a su corta edad se le diagnosticó una insuficiencia renal, aparentemente provocada por un fuerte golpe sufrido hace varios años.
Fue entonces que Cristian, harto de vez sufrir a su hermano menor y a toda su familia, tomó la decisión. En todo ese tiempo, la vida de los Chávez tuvo un gran cambio, ya que su frágil economía que se sostiene con la venta de pan casero y empanadas, tuvo que girar en torno a las necesidades de los hermanos.
Desde entonces, vecinos y amigos empezaron a trabajar en una colecta que de a poco fue sumando adherentes. También recibieron ayuda oficial para construir una habitación y el sanitario donde los hermanos podrán continuar la recuperación, ya que la vivienda que comparte con el resto de los hermanos y sus padres no reúne las condiciones necesarias.
Fue un enorme trabajo que se realizó durante meses y que, como bendición divina, en Córdoba encontró eco en un grupo de personas que no dudó en movilizarse también para ayudar a Ángel y Cristian, quienes habían viajado con su hermana Paola y su mamá Selva. Su aporte fue fundamental para que todo se diera dentro de lo esperado: el trasplante exitoso y una estadía mucho más agradable y con contención espiritual que fue fundamental en los peores momentos.l