Una fe que se multiplica
El 25 de septiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys Quiroga de Motta, en su habitación, mientras rezaba el rosario. Estaba vestida de azul, tenía el Niño en brazos y un rosario en la mano.
La Santísima Madre hizo un gesto, como para darle el rosario a Gladys. La aparición fue muy breve, como una especie de anunciación.
Gladys es una mujer sencilla, esposa de un operario metalúrgico y madre de dos hijas. Nunca antes había experimentado nada similar. El día anterior había visto iluminarse el rosario que tenía colgado en su habitación. Algunos vecinos lo vieron también. Allí comenzó a rezar el rosario y al día siguiente se produjo la primera aparición.
El 28 de septiembre y el 5 de octubre de 1983 nuevamente la Virgen se le aparece mientras reza el rosario. La Madre repite el gesto de tenderle el suyo. La Virgen no había hablado todavía.
El 7 de octubre, fiesta del Rosario, sintió el anuncio interior que había aprendido a reconocer, cerró los ojos, vio una luz, y en ella a la Santísima Virgen, real y llena de vida, sosteniendo en sus manos un gran rosario. Gladys le preguntó qué esperaba de nosotros. La imagen se borró y apareció la visión de un templo. Con ello comprendió que María quería estar entre nosotros.
El 13 de octubre, día de la última aparición de Fátima, la Virgen habla por primera vez:
“Has cumplido. No tengas miedo. Ven a verme. De mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás”.
Luego del mensaje la Virgen agrega una cita de la Biblia, la Palabra de Dios que ilumina toda palabra. Con este texto la alienta a cumplir su misión, a llevar sus mensajes aunque se presenten dificultades. A partir de allí comienza a recibir otros mensajes en forma frecuente.
El 25 de octubre Gladys va por segunda vez, desde que comenzaron las apariciones, a la ciudad de Rosario, sede del arzobispado, ciudad consagrada a Nuestra Señora del Rosario. Ese día, exactamente a un mes de la primera aparición, la Virgen se le aparece y le tiende un rosario blanco: “Recibe este rosario de mis manos y guárdalo por los siglos de los siglos. Contenta estoy porque eres obediente. Y alégrate porque Dios está contigo”.
El 15 de noviembre de 1983, Jesús le habla a Gladys por primera vez: “Soy el sembrador, la cosecha será grande”. El mismo día la Virgen dice: “Soy Patrona de esta región. Haced valer mis derechos”.
Este mensaje recuerda que la parroquia de San Nicolás había sido encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen, hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la Catedral inaugurada en 1884. Después de distintas ubicaciones en la Catedral y a raíz de su deterioro, fue depositada la imagen en el campanario, a la espera de una reparación que nunca llegaba.
En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el padre Pérez, confesor de Gladys y párroco de la Catedral, se dio cuenta de que la imagen de Nuestra Señora del Rosario que por largo tiempo había estado en la Catedral y se encontraba ahora en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys. Entonces condujo a Gladys hasta el campanario, quien reconoció inmediatamente la imagen de la aparición, aunque le faltaba una mano y el rosario. En ese momento se le apareció la Virgen María frente a la imagen: “Me tienen olvidada, pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al Altísimo Padre”.
El padre Pérez hizo reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.
Una vez aprobado el proyecto del templo y comenzada su construcción, la imagen fue trasladada al nuevo Santuario en 1989. Ante la pregunta de Gladys si le gustaría que la llamaran María del Rosario de San Nicolás, la Virgen le responde: “Así debe ser. Mi anhelo es estar entre vosotros, colmarles de bendiciones, de paz, de alegría, y acercarles al Señor Nuestro Dios”. l
La Santísima Madre hizo un gesto, como para darle el rosario a Gladys. La aparición fue muy breve, como una especie de anunciación.
Gladys es una mujer sencilla, esposa de un operario metalúrgico y madre de dos hijas. Nunca antes había experimentado nada similar. El día anterior había visto iluminarse el rosario que tenía colgado en su habitación. Algunos vecinos lo vieron también. Allí comenzó a rezar el rosario y al día siguiente se produjo la primera aparición.
El 28 de septiembre y el 5 de octubre de 1983 nuevamente la Virgen se le aparece mientras reza el rosario. La Madre repite el gesto de tenderle el suyo. La Virgen no había hablado todavía.
El 7 de octubre, fiesta del Rosario, sintió el anuncio interior que había aprendido a reconocer, cerró los ojos, vio una luz, y en ella a la Santísima Virgen, real y llena de vida, sosteniendo en sus manos un gran rosario. Gladys le preguntó qué esperaba de nosotros. La imagen se borró y apareció la visión de un templo. Con ello comprendió que María quería estar entre nosotros.
El 13 de octubre, día de la última aparición de Fátima, la Virgen habla por primera vez:
“Has cumplido. No tengas miedo. Ven a verme. De mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás”.
Luego del mensaje la Virgen agrega una cita de la Biblia, la Palabra de Dios que ilumina toda palabra. Con este texto la alienta a cumplir su misión, a llevar sus mensajes aunque se presenten dificultades. A partir de allí comienza a recibir otros mensajes en forma frecuente.
El 25 de octubre Gladys va por segunda vez, desde que comenzaron las apariciones, a la ciudad de Rosario, sede del arzobispado, ciudad consagrada a Nuestra Señora del Rosario. Ese día, exactamente a un mes de la primera aparición, la Virgen se le aparece y le tiende un rosario blanco: “Recibe este rosario de mis manos y guárdalo por los siglos de los siglos. Contenta estoy porque eres obediente. Y alégrate porque Dios está contigo”.
El 15 de noviembre de 1983, Jesús le habla a Gladys por primera vez: “Soy el sembrador, la cosecha será grande”. El mismo día la Virgen dice: “Soy Patrona de esta región. Haced valer mis derechos”.
Este mensaje recuerda que la parroquia de San Nicolás había sido encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen, hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la Catedral inaugurada en 1884. Después de distintas ubicaciones en la Catedral y a raíz de su deterioro, fue depositada la imagen en el campanario, a la espera de una reparación que nunca llegaba.
En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el padre Pérez, confesor de Gladys y párroco de la Catedral, se dio cuenta de que la imagen de Nuestra Señora del Rosario que por largo tiempo había estado en la Catedral y se encontraba ahora en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys. Entonces condujo a Gladys hasta el campanario, quien reconoció inmediatamente la imagen de la aparición, aunque le faltaba una mano y el rosario. En ese momento se le apareció la Virgen María frente a la imagen: “Me tienen olvidada, pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al Altísimo Padre”.
El padre Pérez hizo reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.
Una vez aprobado el proyecto del templo y comenzada su construcción, la imagen fue trasladada al nuevo Santuario en 1989. Ante la pregunta de Gladys si le gustaría que la llamaran María del Rosario de San Nicolás, la Virgen le responde: “Así debe ser. Mi anhelo es estar entre vosotros, colmarles de bendiciones, de paz, de alegría, y acercarles al Señor Nuestro Dios”. l