Un moderno complejo en un sitio con historia
El flamante barrio va a completar la fisonomía urbanística de un sitio emblemático de nuestra ciudad, pero que seguirá guardando en la vieja chimenea una historia cargada de florecimiento industrial y dramático desenlace.
La chimenea es prueba irrefutable de uno de los emprendimientos industriales más importantes del siglo XIX. Pertenecía al ingenio Contreras, que el 31 de julio de 1879 fuese inaugurado a cinco kilómetros de la Capital provincial por Pedro San Germes, un inmigrante francés que se ganó el respeto por su incansable espíritu de trabajo. El ingenio, no sólo representaba una fuente de trabajo para cientos de santiagueños, sino un emprendimiento industrial llamado a hacer crecer económicamente a una provincia ávida de progreso.
Los caminos que recorrió el ingenio de don Pedro San Germes, sin embargo, comenzarían a encontrar obstáculos insoslayables. Un gobierno argentino que miraba con simpatía a los ingenios tucumanos, generó un sinfín de complicaciones económicas, que lentamente, comenzaron a transformar al Contreras, en una industria deficitaria.
Otro industrial ofreció comprar el ingenio, pero don Pedro no estuvo de acuerdo con lo que se le ofrecía, hasta que agobiado por la situación, decidió suicidarse arrojándose al trapiche del ingenio el 13 de mayo de 1893. Así, el molino que él mismo fundara 14 años atrás, fue el encargado de ponerle punto final a su vida.
La chimenea es prueba irrefutable de uno de los emprendimientos industriales más importantes del siglo XIX. Pertenecía al ingenio Contreras, que el 31 de julio de 1879 fuese inaugurado a cinco kilómetros de la Capital provincial por Pedro San Germes, un inmigrante francés que se ganó el respeto por su incansable espíritu de trabajo. El ingenio, no sólo representaba una fuente de trabajo para cientos de santiagueños, sino un emprendimiento industrial llamado a hacer crecer económicamente a una provincia ávida de progreso.
Los caminos que recorrió el ingenio de don Pedro San Germes, sin embargo, comenzarían a encontrar obstáculos insoslayables. Un gobierno argentino que miraba con simpatía a los ingenios tucumanos, generó un sinfín de complicaciones económicas, que lentamente, comenzaron a transformar al Contreras, en una industria deficitaria.
Otro industrial ofreció comprar el ingenio, pero don Pedro no estuvo de acuerdo con lo que se le ofrecía, hasta que agobiado por la situación, decidió suicidarse arrojándose al trapiche del ingenio el 13 de mayo de 1893. Así, el molino que él mismo fundara 14 años atrás, fue el encargado de ponerle punto final a su vida.