Adolfo Ábalos, el piano imprescindible del folclore

La evocación de una figura fundamental del canto popular argentino. El aporte que hizo desde su forma de concebirlo y su impecable trayectoria tanto como integrantes de los legendarios Los Hermanos Ábalos como también en su faceta como solista. Los temas que hoy todos cantan.

Adolfo Ábalos, piano mayor del folclore argentino, cerebro de Los Hermanos Ábalos, compositor y letrista, nació hace 100 años y el aniversario es una invitación para repasar un legado musical tan vigente como fundamental a pesar de que falleció en 2008 y en los últimos años una enfermedad lo había alejado de la música.
Adolfo nació en Buenos Aires el 14 de agosto de 1914, en la misma manzana que Enrique “Mono” Villegas y que Aníbal Troilo, pero se convirtió en personaje emblemático de Santiago del Estero, provincia a la que viajó a los 24 años, y en la que se convirtió en uno de los bastiones de la chacarera.
Desde el liderazgo del conjunto familiar que desde 1939 compartió con sus hermanos “Machingo” (Napoleón Benjamín), Adolfo, Roberto Wilson, “Vitillo” (Víctor Manuel) y Machaco (Marcelo Raúl), el músico puso el toque de su piano al servicio de la música nativa generando un encuentro hasta entonces inédito.
“Fui uno de los primeros en introducir el piano, instrumento europeo, al folclore argentino. Yo digo: cuando toco el piano, al mismo tiempo toco el bombo y zapateo”, dijo alguna vez al evocar esa apuesta que fue capaz de adosarle colores a la música de raíz.
La pianista Lilián Saba, una de las herederas estéticas de Ábalos, apuntó en charla con Télam que Adolfo “junto con algunos de su generación como el “Tata” Farías Gómez fueron de los primeros en traducir los elementos rítmicos del folclore al piano”.
“Cualquier persona que se acerca al piano desde el folclore -sostuvo- tiene que pasar por las obras de Ábalos que es un maestro y una fuente pianística que hace que todos los pianistas actuales recurramos a ella para armar nuestro propio discurso”.
Zambas, chacareras, vidalas, bailecitos, bagualas, pala-pala, malambos, cuando y gatos, conforman la rítmica sobre la que los Ábalos desplegaron una lograda mirada propia a la que Adolfo aportó cancionero inédito y mágico desde las obras Agitando pañuelos, Nostalgias santiagueñas, Casas más casas menos, Zamba de los yuyos, Chacarera de los ranchos y El gatito de Tchaicovsky.
El pianista Oscar Alem destacó a Télam que “Adolfo vivió tres años en Nueva York con el “Mono” Villegas tocando jazz y música argentina y fue allí donde compuso Casas más, casas menos recordando a su pago.
“Los Hermanos Ábalos, de la mano de Adolfo y con su forma de tocar, tomaron la valiosa improvisación del jazz para construir la innovación aportada al folclore”, abundó Alem.
Saba indicó que “Los Hermanos Ábalos hicieron temas preciosos desde los que además defendieron la danza y eso ayudó a mantener vivo el folclore y de hacer de eso una cosa cotidiana de reunión y fiesta”.
“Adolfo fue alguien con un poder de síntesis impresionante que en su forma de tocar justificaba las palabras de Villegas cuando decía que la música es el arte de combinar silencios”.
La bailarina folclórica Nancy Gordillo fue la esposa de Ábalos en segundas y juntos tuvieron cuatro hijos: Nancy María (cantante y percusionista), Marina (pianista), Amilcar (percusionista y guitarrista) y Giselle.
Entres las distinciones que recibió y más allá de las que mereció con los Ábalos, en 2005 obtuvo el Diploma al mérito de la Fundación Konex y fue declarado Ciudadano Ilustre de Mar del Plata donde residió hasta su deceso el 12 de mayo de 2008.
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