Mar del Plata se adecúa a los gustos de cada uno de los turistas
Los balnearios nicho son cada vez más comunes y convocan a turistas según la onda y el dinero que quieren gastar. Una guía práctica para saber dónde parar.
Por la cartelera de espectáculos, porque hay alojamiento en hoteles 5 estrellas tanto como en hostels y campings, porque permite descansar en un circuito muy gasolero (sándwiches de milanesa, shows a la gorra) o en otros elitistas (carpas que salen $ 750 por día, restoranes gourmet y boliches con entradas que no bajan de $ 150), Mar del Plata es la ciudad más completa de la costa. Este año, a esos caminos que conviven pero nunca se tocan, se sumó un concepto nuevo: las playas temáticas o personalizadas. Esas que se eligen según la edad, la personalidad y las posibilidades de sacar billetes. El recorrido arranca desde el sur. Pasando el Faro, hacia Chapadmalal y por la ruta 11, están los balnearios "chetos". Esos en los que predominan los cuerpos trabajados en el gimnasio, existe una obligación de estar a la moda y un trago, como el frozen margarita, puede llegar $ 100. En esa onda, se destaca el parador Abracadabra. Está en el kilómetro 3,5 de la ruta 11. Hay comida gourmet y chozas cool tipo hawaianas para merendar. También figuras de Buda entre los camastros, con techo de paja. El que permite seis personas sale $1200 por día. Ahí se instalan solamente los que pueden ir en auto. Un taxi ida y vuelta cuesta más de $ 200. Los trajes de baño son de marca, los anteojos espejados, la música, electrónica. Aunque se esté cerca de la playa, se percibe el perfume importado. La edad: treinta y pico. Van los chicos y chicas a los que les va bien en la vida y ya no son tan chicos. Un poco más cerca, pero también en el sur, aparecen las playas de las 4x4. Las principales son Baquero y Destino Arena, que este año además organiza un boliche a cie- Con diversas actividades abiertas, públicas y gratuitas fue inaugurada de manera oficial la Carpa Saludable de Pami, instalada en plaza España (en la costa y Libertad), de Mar del Plata. Durante este encuentro, que se repite a lo largo de toda la semana, se hicieron presentes alrededor de 300 personas, además del director de Pami en Mar del Plata, Dr. Fernando Alí. Los asistentes participaron en clases de yoga, bailaron bachata, jugaron al vóley y hasta tuvieron la posibilidad de realizarse controles de presión arterial y glucosa, a cargo de profesionales. A través de estas iniciativas, Pami tiene por objetivo que la comunidad en general y sus afiliados en particular tomen parte en diferentes propuestas saludables y gratuitas. Al mismo tiempo, los afiliados recibieron información sobre descuentos en medicamentos y asesoramiento sobre cómo solicitar turnos de manera on line y cómo realizar otros tipos de trámites. De esta forma, el instituto profundiza su relación con ellos, al mismo tiempo que afianza su compromiso de llevar a cabo acciones que permitan lograr un envejecimiento cada vez más activo. l La carpa saludable de PAMI Los balnearios nicho son cada vez más comunes y convocan a turistas según la onda y el dinero que quieren gastar. Una guía práctica para saber dónde parar. lo abierto a partir de las 18, todas las tardes. Allí, la bajada con los vehículos todo terreno sale entre $100 y $ 200, según el caso. Las familias ponen el ropero en la camioneta: llegan con tablas de surf y barriletes de kitesurf, cuatriciclos, heladeritas llenas de bebidas y alimentos, ropa y hasta juegos para los chicos. Yendo hacia el Centro, por el mar, después de pasar el Aquarium, está el parador Waikiki. En el atardecer, se vuelve el bar de los surferos. Al lado, durante el día, en Kikiwai sigue dando clases de surf un mito: Daniel Gil. Abrió la primera escuela de Mar del Plata a fines de los 60. Hoy, con 69, sigue instalado allí dando clases. Años atrás, algún periodista bautizó como "un Sigmund Freud de bermudas, con barba blanca, siempre bronceado y lentes de sol". Sigue intacto. Todas las tardes se ve un desfile de bermudas, musculosas y sandalias de estética californiana. La playa, en el extremo sur de Mogotes, no tiene olas tan potentes, pero sí con buen recorrido por estar cerca de una península y por la geografía rocosa y cerrada del lugar. La clase media que ama el truco y las carpas elige Punta Mogotes. Los 24 balnearios están muy equipados. Se ven nenes por todos lados. Hay desde piletas para los que alquilan sombra, hasta actividades como maestra jardinera y clases de yoga. Cuatro mil metros de playas anchas. Playa Grande tiene dos caras. De la escollera cercana al puerto en adelante, están los restoranes playeros más exclusivos, como el del Golf Club, en el que un almuerzo para dos personas puede quemar más de $ 400. También, balnearios elegantísimos, como el del hotel Costa Galana. Es la playa de los ricos. Deambulan empresarios y familias de alto poder adquisitvo. Se ven sombreros panamá y pareos blancos de calidad. La edad que domina: de 45 años para arriba. En la otra punta, también en Playa Grande, está el lugar de los jóvenes cool, en Biología. Este año, tiene el nombre de parador Coca-Cola. Es la bajada pública de la zona y solamente se ven grupos de chicos. Ninguno pasa los 25 años. Ahí, el agite empieza después de las tres de la tarde. Se enciende después de la noche de boliche. La ley no escrita es llegar en grupo, caminando y con heladerita: adentro, fernet con coca o Campari con naranja. Muchos, llevan guitarra. Los grupos de varoncitos y chiquitas en bikini se mezclan y la onda es empezar a conocer gente del sexo opuesto para seguir de gira a la noche. Los smartphones juegan fuerte. La moda, también. Nada de camisetas de fútbol o aspecto desprolijo. A media tarde, en ese sector, conocerse es inevitable: no queda un centímetro de arena sin ser cubierto. Se organizan, además, torneos de voley playero. Las playas de calor popular son las clásicas del Centro, como la Bristol. Ahí, lo único que importa es compartir el mate y pasar la tarde en familia. No hay rango de edad y todos se mezclan. El desfile de camisetas de fútbol es incesante. Más al norte, en la zona de La Perla, están las playas tranquilas y familiares donde predominan los marplatenses. No hay grandes instalaciones ni mucho ruido. Juega la cercanía con la zona céntrica y la tranquilidad de balnearios que permiten irse y volver varias veces en el día. Un almuerzo se consigue a precio razonable. Una milanesa con fritas y gaseosa en alguno de los balnearios no pasa de los $100, Después, de Constitución hacia el norte y hasta la Caleta y Mar de Cobo, a unos 30 kilómetros de Mar del Plata, aparece la costa desolada. Playas que casi no ofrecen servicios ni carpas, pero en las que hay un contacto con la naturaleza fuerte: poca gente, reposeras a muchos metros unas de otras y nada de música fuerte. Silencio, desconexión y relax total.