Furriel y una cruda historia sobre un santiagueño
Este sábado, en el Renzi-Espacio Incaa de La Banda, se estrenará El Patrón: radiografía de un crimen. Un filme con un contexto social muy fuerte.
Joaquín Furriel encontró en Hermógenes Saldívar el personaje de su vida. El prestigioso actor argentino logró una personificación destacada de este "analfabeto" santiagueño que compuso para El Patrón: radiografía de un crimen, filme que se estrenará este sábado en el Cine Renzi, Espacio Incaa, de la ciudad de La Banda.
La metamorfosis que experimentó Furriel fue un gran desafío. "El cambio físico me llevaba casi dos horas por día con la maquilladora, que hizo un trabajo impresionante y esencial", supo contar Joaquín al hablar de cómo fue mutando su físico para mimetizarse con el santiagueño Hermógenes Saldívar.
"Éramos uno: ella fue interviniendo mi cara para contar el personaje y yo lo tenía que incorporar. Fue una experiencia interesante: ver hasta dónde uno puede animarse a la mutación", especificó Furriel, que definió al filme como "hiperrealista, con un guión hermoso, una historia cruda y con un personaje demandante, totalmente distinto a los que había hecho".
Así como lo físico fue demandante, también lo fue el aprender la tonada del santiagueño. Esta tarea la logró en virtud a las enseñanzas que tuvo en Buenos Aires.
" Ahora estoy maduro como para vivir la experiencia del cine, tengo seguridad y tranquilidad. Si entrás a destiempo se nota, y no sé cuán bien podés trabajar", explicó.
El personaje
Joaquín contó cómo y por qué quedó atrapado con la historia de Saldivar. "Cuando leí el guión me conmovió la historia, pero Sebastián Schindel (el director) no me ofreció el papel de Hermógenes sino el del abogado que interpreta Guillermo Pfening. Sebastián me fue a ver al teatro, nos reunimos y me dijo que no iba a ser sencillo, pero yo me sentí a la altura para poder hacerlo. No me intimidó".
"Empecé a estudiar sobre Elías Neuman, que fue un gran criminólogo del país y autor del libro en el que se inspiró el filme, que está basado en hechos reales. Él decía que no importa los años que hay que darle a una persona por un crimen, sino que el debate debe estar en qué lleva a esa persona a hacerlo", remarcó.
"Por eso esta película es la radiografía de este personaje, que viene del interior con ilusiones, sobreviviendo a la hambruna, y se encuentra con el trabajo informal y la esclavitud contemporánea", dijo.
"De adolescente recorrí el país como mochilero, y pude conocer a gente en distintas circunstancias y momentos. Lamentablemente conocí a muchos Hermógenes. También viajé por el sudeste asiático y vi situaciones muy violentas, países donde hay mucha pobreza. Hay diferentes tipos de pobreza", enfatizó el destacado intérprete.
La trama
Como una devolución de favores hacia la funcionaria judicial que lo ayuda con un trámite de extradición, un joven abogado se involucra en el caso de Hermógenes Saldívar.
Analfabeto, Hermógenes llegó a la gran ciudad desde Santiago del Estero, junto con su mujer, con el deseo de progresar y creyó encontrar la llave de su futuro en la figura de Don Latuada, empresario del mundo de la carne, que lo pone al frente de una carnicería.
Hermógenes siente que finalmente está progresando, pero la explotación laboral, la humillación y el maltrato psicológico son moneda corriente en la carnicería. l
La metamorfosis que experimentó Furriel fue un gran desafío. "El cambio físico me llevaba casi dos horas por día con la maquilladora, que hizo un trabajo impresionante y esencial", supo contar Joaquín al hablar de cómo fue mutando su físico para mimetizarse con el santiagueño Hermógenes Saldívar.
"Éramos uno: ella fue interviniendo mi cara para contar el personaje y yo lo tenía que incorporar. Fue una experiencia interesante: ver hasta dónde uno puede animarse a la mutación", especificó Furriel, que definió al filme como "hiperrealista, con un guión hermoso, una historia cruda y con un personaje demandante, totalmente distinto a los que había hecho".
Así como lo físico fue demandante, también lo fue el aprender la tonada del santiagueño. Esta tarea la logró en virtud a las enseñanzas que tuvo en Buenos Aires.
" Ahora estoy maduro como para vivir la experiencia del cine, tengo seguridad y tranquilidad. Si entrás a destiempo se nota, y no sé cuán bien podés trabajar", explicó.
El personaje
Joaquín contó cómo y por qué quedó atrapado con la historia de Saldivar. "Cuando leí el guión me conmovió la historia, pero Sebastián Schindel (el director) no me ofreció el papel de Hermógenes sino el del abogado que interpreta Guillermo Pfening. Sebastián me fue a ver al teatro, nos reunimos y me dijo que no iba a ser sencillo, pero yo me sentí a la altura para poder hacerlo. No me intimidó".
"Empecé a estudiar sobre Elías Neuman, que fue un gran criminólogo del país y autor del libro en el que se inspiró el filme, que está basado en hechos reales. Él decía que no importa los años que hay que darle a una persona por un crimen, sino que el debate debe estar en qué lleva a esa persona a hacerlo", remarcó.
"Por eso esta película es la radiografía de este personaje, que viene del interior con ilusiones, sobreviviendo a la hambruna, y se encuentra con el trabajo informal y la esclavitud contemporánea", dijo.
"De adolescente recorrí el país como mochilero, y pude conocer a gente en distintas circunstancias y momentos. Lamentablemente conocí a muchos Hermógenes. También viajé por el sudeste asiático y vi situaciones muy violentas, países donde hay mucha pobreza. Hay diferentes tipos de pobreza", enfatizó el destacado intérprete.
La trama
Como una devolución de favores hacia la funcionaria judicial que lo ayuda con un trámite de extradición, un joven abogado se involucra en el caso de Hermógenes Saldívar.
Analfabeto, Hermógenes llegó a la gran ciudad desde Santiago del Estero, junto con su mujer, con el deseo de progresar y creyó encontrar la llave de su futuro en la figura de Don Latuada, empresario del mundo de la carne, que lo pone al frente de una carnicería.
Hermógenes siente que finalmente está progresando, pero la explotación laboral, la humillación y el maltrato psicológico son moneda corriente en la carnicería. l