La hermana Saveria Menni cumple 50 años consagrada al servicio y amor hacia Dios y los jóvenes
En un diálogo íntimo, la religiosa italiana contó cómo llegó a Santiago, su misión evangelizadora con los jóvenes, basada en la educación y amor a Dios.
La misión como estilo de vida, creencia, vocación y acción comunitaria con, para y por los jóvenes. En su corazón sintió el llamado hace 50 años para consagrarse a Dios e inundar de amor a los niños y adolescentes de su Italia natal, pasión que la trajo a Santiago del Estero, donde sentó las bases de la fraternidad, el servicio, la solidaridad, la cultura del trabajo y, sobre todo, el amor a Dios. Cincuenta años han pasado desde que la hermana Saveria Menni decidió consagrarse como religiosa, en los que cosechó y sigue cosechando la esperanza, el cambio y el desarrollo en los jóvenes.
Éste es un año también especial por los 30 años de la fundación de la Comunidad Laical Casa de la Juventud, en la que proyectó sus sueños, concretó los anhelos, luchó y sigue apostando a los jóvenes.
Comprometida
"Cuando Dios elige a alguien -y uno no lo sabe- lo prepara, lo pone en condiciones para poderle decir sí a Él. Vengo de una familia con mucha fe, de una comunidad cristiana. Desde chiquita estuve metida en lo social, los emprendimientos y lo católico. En mi juventud trabajé mucho en propagandística de la acci&oacutoacute;n católica, política y social. Empecé un camino hacia la familia. Estaba de novia, en una comunidad muy linda de jóvenes, participaba de movimiento internacional misionero. En un congreso, un misionero dijo: ?Yo estoy trabajando con los leprosos, agradezco la ayuda de ustedes, pero me faltan personas?. Sentí dentro mío una voz que decía ?¿por qué no vos??", contó la Hna. Saveria a EL LIBERAL.
Desde ese momento su vida cambió: "Junto con mi novio y un director espiritual, fuimos discerniendo cuál era la vocación de los dos. La vocación de él fue el matrimonio, y la mía fue descubrir que Dios me llamaba a una misión. El amor de una familia estaba demasiado restringido para mí. Sentía un amor universal, sobre todo hacia los niños y jóvenes".
"En el camino de las Hermanas Doroteas descubrí la ?misionaridad? y la juventud", relató.
Así se formó en esta congregación y aunque su destino era otro, llegó a Santiago para realizar su gran obra. "Por un accidente que tuvieron unas hermanas que estaban en Santiago hizo que los superiores generales me pidieran reemplazarlas y vine aquí".
Cuando llegó, la hermana Saveria se ubicó en La Banda, donde rápidamente empezó a trabajar con los jóvenes, en quienes creía y sigue creyendo, motivándolos a estudiar y trabajar a través del servicio a Dios.
"En Santiago me encontré con tantos jóvenes enseguida, que los primeros 10 años que pasé en la provincia, en La Banda, fueron años de formación e inquietudes. Puedo decir que la familia de Santiago y de La Banda me ha formado la ?misionaridad? de los jóvenes, la pasión por ellos".
"Si me preguntan qué es La Banda para mí... es la segunda familia. No había familia bandeña a la que no entrara. Ellos respondían a esa inquietud misionera y formamos un grupo que misionaba, que era una iglesia misionera local", dijo emocionada.
Al mismo tiempo, la pasión la llevó a la Universidad Católica, donde enseñaba y le dio la posibilidad de crear la Pastoral Universitaria. "La primera fue Juventud Universitaria para el Apostolado del Pensamiento. Y estos jóvenes universitarios tuvieron una pasión apostólica que nos llevó a relacionarnos con los profesorados y la Unse. Luego estos mismos jóvenes se preguntaron ?¿qué vamos hacer con nuestra vida?? y crearon la Casa la Juventud", recordó.
"Esta pasión nos llevó más allá, a salir de la frontera. Así nacieron la pasión para la universalidad y la encarnación local, la totalidad, el acompañamiento personal. Siempre en comunión con los obispos, párrocos y la sociedad con el oído en Dios y el corazón en la realidad".
Su retiro
A sus 73 años, la hermana Saveria habla de un retiro para dejar que los jóvenes sean los protagonistas de la evangelización: "Hoy estoy dándole perpetuidad a la Casa de la Juventud, delegando a ellos y retirándome yo. Antes fui propulsora, hoy tengo que ser aquella que deja, se anula, para que estos jóvenes continúen. Mi sueño es que la comunidad de la Casa de la Juventud continúe; Saveria se detiene".
"Retirarme para mí es contemplar la realidad y llevarla a Dios. No es retirarse y lavarse las manos. Retirar quiere decir observar, escuchar, conocer, empujar, hacer que los otros sean protagonistas. Los jóvenes tienen que evangelizar a los jóvenes, los adultos tienen que ser acompañantes de los jóvenes", remarcó. l
Éste es un año también especial por los 30 años de la fundación de la Comunidad Laical Casa de la Juventud, en la que proyectó sus sueños, concretó los anhelos, luchó y sigue apostando a los jóvenes.
Comprometida
"Cuando Dios elige a alguien -y uno no lo sabe- lo prepara, lo pone en condiciones para poderle decir sí a Él. Vengo de una familia con mucha fe, de una comunidad cristiana. Desde chiquita estuve metida en lo social, los emprendimientos y lo católico. En mi juventud trabajé mucho en propagandística de la acci&oacutoacute;n católica, política y social. Empecé un camino hacia la familia. Estaba de novia, en una comunidad muy linda de jóvenes, participaba de movimiento internacional misionero. En un congreso, un misionero dijo: ?Yo estoy trabajando con los leprosos, agradezco la ayuda de ustedes, pero me faltan personas?. Sentí dentro mío una voz que decía ?¿por qué no vos??", contó la Hna. Saveria a EL LIBERAL.
Desde ese momento su vida cambió: "Junto con mi novio y un director espiritual, fuimos discerniendo cuál era la vocación de los dos. La vocación de él fue el matrimonio, y la mía fue descubrir que Dios me llamaba a una misión. El amor de una familia estaba demasiado restringido para mí. Sentía un amor universal, sobre todo hacia los niños y jóvenes".
"En el camino de las Hermanas Doroteas descubrí la ?misionaridad? y la juventud", relató.
Así se formó en esta congregación y aunque su destino era otro, llegó a Santiago para realizar su gran obra. "Por un accidente que tuvieron unas hermanas que estaban en Santiago hizo que los superiores generales me pidieran reemplazarlas y vine aquí".
Cuando llegó, la hermana Saveria se ubicó en La Banda, donde rápidamente empezó a trabajar con los jóvenes, en quienes creía y sigue creyendo, motivándolos a estudiar y trabajar a través del servicio a Dios.
"En Santiago me encontré con tantos jóvenes enseguida, que los primeros 10 años que pasé en la provincia, en La Banda, fueron años de formación e inquietudes. Puedo decir que la familia de Santiago y de La Banda me ha formado la ?misionaridad? de los jóvenes, la pasión por ellos".
"Si me preguntan qué es La Banda para mí... es la segunda familia. No había familia bandeña a la que no entrara. Ellos respondían a esa inquietud misionera y formamos un grupo que misionaba, que era una iglesia misionera local", dijo emocionada.
Al mismo tiempo, la pasión la llevó a la Universidad Católica, donde enseñaba y le dio la posibilidad de crear la Pastoral Universitaria. "La primera fue Juventud Universitaria para el Apostolado del Pensamiento. Y estos jóvenes universitarios tuvieron una pasión apostólica que nos llevó a relacionarnos con los profesorados y la Unse. Luego estos mismos jóvenes se preguntaron ?¿qué vamos hacer con nuestra vida?? y crearon la Casa la Juventud", recordó.
"Esta pasión nos llevó más allá, a salir de la frontera. Así nacieron la pasión para la universalidad y la encarnación local, la totalidad, el acompañamiento personal. Siempre en comunión con los obispos, párrocos y la sociedad con el oído en Dios y el corazón en la realidad".
Su retiro
A sus 73 años, la hermana Saveria habla de un retiro para dejar que los jóvenes sean los protagonistas de la evangelización: "Hoy estoy dándole perpetuidad a la Casa de la Juventud, delegando a ellos y retirándome yo. Antes fui propulsora, hoy tengo que ser aquella que deja, se anula, para que estos jóvenes continúen. Mi sueño es que la comunidad de la Casa de la Juventud continúe; Saveria se detiene".
"Retirarme para mí es contemplar la realidad y llevarla a Dios. No es retirarse y lavarse las manos. Retirar quiere decir observar, escuchar, conocer, empujar, hacer que los otros sean protagonistas. Los jóvenes tienen que evangelizar a los jóvenes, los adultos tienen que ser acompañantes de los jóvenes", remarcó. l