Rita Pauls encarna a Adriana Puccio, la inocente del clan
Adriana Puccio es la menor de las hijas de Arquímedes, el líder que se dedicaba al secuestro extorsivo en los años 80. Además, es la única que vive en el país de sus hermanos y que trabaja a pocos kilómetros de la casa que utilizaban para llevar a cabo el siniestro delito.
Según la revista Noticias, cuando la policía allanó la casa de los Puccio el 23 de agosto de 1985, Adriana ni siquiera lloró. Los investigadores del caso recuerdan la tranquilidad que ella tenía aquella noche. Por eso, con el paso del tiempo, el silencio se arraigó.
Adriana decidió cambiarse de apellido ya que quería evitar la pregunta repetitiva cada vez que daba su nombre: si tenía algo que ver con Arquímedes Puccio.
Además, la mujer tuvo varios trabajos: fue empleada de una editorial y de un banco. Hoy en día trabaja en un negocio naviero. La revista Noticias informó que allí la describen con un trato amable y cordial hacia la gente.
Adriana tiene 45 años y es una mujer de pocas palabras. La Justicia nunca la encontró culpable de nada. "No pudimos acusarla de nada porque no había pruebas, pero sobre todo porque era menor”, aseguró un funcionario judicial.
Esa noche del allanamiento, la menor del clan fue trasladada a un instituto de menores donde vivió dos días. Luego, pasó al cuidado de su abuela y por último, vivió con sus tíos.
Según la revista Noticias, cuando la policía allanó la casa de los Puccio el 23 de agosto de 1985, Adriana ni siquiera lloró. Los investigadores del caso recuerdan la tranquilidad que ella tenía aquella noche. Por eso, con el paso del tiempo, el silencio se arraigó.
Adriana decidió cambiarse de apellido ya que quería evitar la pregunta repetitiva cada vez que daba su nombre: si tenía algo que ver con Arquímedes Puccio.
Además, la mujer tuvo varios trabajos: fue empleada de una editorial y de un banco. Hoy en día trabaja en un negocio naviero. La revista Noticias informó que allí la describen con un trato amable y cordial hacia la gente.
Adriana tiene 45 años y es una mujer de pocas palabras. La Justicia nunca la encontró culpable de nada. "No pudimos acusarla de nada porque no había pruebas, pero sobre todo porque era menor”, aseguró un funcionario judicial.
Esa noche del allanamiento, la menor del clan fue trasladada a un instituto de menores donde vivió dos días. Luego, pasó al cuidado de su abuela y por último, vivió con sus tíos.