Amplitud del gentilicio: de la provincia, el departamento, la localidad, el paraje
Por la Dra. Hebe Luz Ávila
Del topónimo al gentilicio: "Los nombres de lugar son viva voz de aquellos pueblos desaparecidos, transmitida de generación en generación, de labio en labio, y que por tradición interrumpida llega a nuestros oídos en la producción de los que hoy continúan (?) adheridos al mismo terruño de sus remotos pasados; la necesidad diaria de nombrar ese terruño une a través de los siglos la pronunciación de los habitantes de hoy con la pronunciación de los primitivos". Ramón Menéndez Pidal (1952) En un comienzo fue el topónimo? y, por lo general, recién siglos después el gentilicio. Los topónimos (nombres de lugares), resultan referencias espaciales necesarias para las personas, que al parecer desde siempre han sentido la necesidad de ligarse a un punto de referencia, el lugar en el que habitan, su pueblo. Para nosotros: el pago. Justamente, la aparición del concepto de pueblo que apuntaba a un determinado núcleo de población frente a otros pueblos, marcará el comienzo de la civilización: el hombre agricultor sedentario frente al hombre cazador de épocas anteriores. En Lingüística se supone que el topónimo surge desde el momento en que apareció el lenguaje y hubo necesidad de nombrar a los lugares. De esta manera, el topónimo no es algo ajeno a la lengua, sino que forma parte valiosa de ella, puesto que los lugares, como parte significativa de la realidad, necesitan ser nombrados para ser identificados. Más aún, estudiando los topónimos de un territorio determinado, se pueden establecer las distintas etapas de su historia, reconocer los diversos orígenes lingüísticos, detalles de su geografía, características de sus asentamientos. Un topónimo vendría a ser, de esta manera, el resultado de un proceso histórico de denominación de un lugar. Es que lo nombres de los pueblos pueden ayudarnos a recorrer la línea del tiempo en sentido inverso, indicando rasgos de flora, fauna, relieve, formas de colonización, de producción, a la vez que rescatan herencias aborígenes. Identidades concéntricas Nos consideramos ARGENTINOS (atendiendo al país); dentro de esta identidad nacional nos ubicamos como SANTIAGUEÑOS (por la provincia), y dentro de esta identidad provincial podemos encontrar dos y hasta tres instancias más: con relación al departamento (CHOYANO, CAPITALINO, COPEÑO, LORETANO, SALAVINERO, ATAMISQUEÑO, etc.) y atendiendo a la localidad y hasta paraje al que pertenecemos. Sin embargo, las identidades no han ido conformándose históricamente en el mismo momento, ni siquiera de mayor a menor en cuanto a importancia o amplitud: país ? provincia ? departamento ? localidad ? paraje. Este acomodamiento en un orden jerárquico es más bien conceptual ? y posterior. En efecto: en nuestro caso ? y más si tenemos en cuenta que estamos tratando la confección de un Diccionario de gentilicios santiagueños que luego formará parte del Diccionario de gentilicios argentinos ? históricamente primero fuimos SANTIAGUEÑOS, identificados con la ciudad de Santiago del Estero, nombrada así desde 1553, aquella Madre de Ciudades, la Noble y Leal Ciudad. Y así, por varios siglos, SANTIAGUEÑOS debieron ser los que nos precedieron primero solo en habitar la ciudad y muy pronto ?y con más razón - los que fueron naciendo en ella. Esto, hasta la conformación de la provincia, recién a partir del denodado esfuerzo de Ibarra y sus coetáneos, como tratáramos en la nota "Del localismo a la provincianía y viceversa", publicada en EL LIBERAL, 30 de agosto de 2015. Y entonces el gentilicio SANTIAGUEÑO ampliará su significación, para contener a los habitantes y oriundos del nuevo estado provincial en conformación. Una vez constituida la provincia, recién a partir del centenario (1910) va a ir instalándose con fuerza el gentilicio ARGENTINOS y el concepto de argentinidad, ante la urgencia de plantarnos bien definidos ante la avalancha inmigratoria. País ? provincia ? departamento ? localidad ? paraje en círculos concéntricos de mayor a menor. Una mera ordenación conceptual, teórica. Para los manuales escolares. En la vida humana, en los comportamientos de carácter social, político, y especialmente identitarios, la realidad no es tan ordenada y sencilla. Veamos algunos casos: Topónimos repetidos - Santiago del Estero (y el consiguiente gentilicio SANTIAGUEÑO), para nombrar la provincia y la cabecera del departamento Capital. - Banda (y el consiguiente gentilicio BANDEÑO) para nombrar al departamento Banda y a su cabecera La Banda. Al respecto, cabe señalar la curiosa observación de que este topónimo se debió haber creado desde la posición dominante de la ciudad de Santiago del Estero, para designar a los que están de "la otra banda" del río que las separa. De lo contrario, en paridad, ambas deberían haber sido "la banda oriental" y "la banda occidental". - Igualmente, otros departamentos comparten topónimo con su cabecera: Loreto (y el consiguiente gentilicio LORETANO), y otros tres con un agregado: Ojo de Agua (OJODEAGÜENSE) y Villa Ojo de Agua; Atamisqui (ATAMISQUEÑO) y su cabecera Villa Atamisqui, con diferente gentilicio (VILLERO); y Guasayán (GUASAYANERO), con su cabecera San Pedro de Guasayán (SAMPEDRINO). - Son numerosos los topónimos que se repiten varias veces, como: Aspa Sinchi (ASHPASINCHERO) en los departamentos Banda, Robles y San Martín; Bajo Grande (BAJEÑO) en los departamentos Banda y Alberdi; Burro Pozo (BURROPOCERO) en los departamentos San Martín y Atamisqui, o Campo Grande (CAMPEÑO) en departamentos Belgrano, Banda, Alberdi, Loreto y Pellegrini. - El más repetido resulta ser Campo Alegre (CAMPOALEGREÑO y CAMPOALEGRINO) en diez departamentos: Avellaneda, Silípica, Copo, Aguirre, Alberdi, Ibarra, Figueroa, Jiménez, Loreto y Ojo de Agua. Esta circunstancia nos entusiasma, por la consiguiente valoración positiva del lugar y por ende de la geografía de nuestra provincia. - En cuanto a repetición de topónimos que designan localidades y parajes, el más "rendidor" y singular posiblemente sea Ahí Veremos. Registramos Ahí Veremos en los departamentos Pellegrini, Alberdi, Banda, Copo, Guasayán, Ojo de Agua, y no sería de extrañar que se nos haya escapado algún otro. Por lo pronto, el nombre es muy sugestivo, pero hasta hoy no le encontramos gentilicio a ninguno. La verdad, que resulta difícil de derivar (¿AHIVEREMEÑO, AHIVEREMENSE, AHIVEREMERO??). Y en una de ésas, los pobladores de estos lugares no se deciden, y su gentilicio está todavía en "ahí veremos". ¿Algún lector de estas notas podrá aportar con certeza algo al respecto?