De gentilicios e identidades locales
La primera vez que anduve por Los Núñez y otras localidades cercanas en el Departamento Río Hondo, "rastrillando" en busca de gentilicios, como suelo decir, me encontré con algo que fue un gran descubrimiento, y la punta de una madeja de razonamientos que luego fueron armando toda una teoría. Los muchachos NUÑEROS estaban preparándose para su consabido partido de fútbol semanal, y enfrentaban al equipo de los QUIROGUEÑOS. Y entonces escuché una especie de arenga del que actuaba como capitán del equipo, que decía algo así como: "Eh, changos, tenemos que ganarles a los QUIROGUEÑOS. Que no nos pase como la otra vez con los CHAUCHILLEROS, que esos pata dura nos han metido dos goles. Y nos falta todavía desquitarnos de los ABRITEÑOS?" Indudablemente, el gentilicio oficiaba aquí de camiseta de fútbol. O bandera sin el paño. Dos años después, en agosto de este año, compruebo con alegría que Alario, el jugador de River, al ganar la Copa Libertadores, dedicó el triunfo a Cuatro Bocas, un pueblo en el Departamento Belgrano donde pasó su infancia: "Se lo dedico a mi familia que hizo muchos kilómetros para poder estar acá. Se lo dedico a Cuatro Bocas", dijo el delantero minutos antes de la coronación. (El Liberal, 06/08/15). Y, desgraciadamente, parece que Cuatro Bocas no tiene gentilicio (aunque en este caso, la razón puede ser la dificultad de derivar un topónimo compuesto) ¿Por qué la identidad? La identidad personal es una construcción con rasgos que algunas veces heredamos (nacemos santiagueños, femeninos o masculinos, en una familia de folcloristas, o deportistas, o fervientes católicos, de peronistas o radicales por tradición, etc.), o rasgos que adquirimos por decisión (de River o Boca, vegetariano, gremialista?). Las identidades sociales o las referidas a una localidad, se potencian generalmente adscribiéndose a una autopresentación positiva: "somos los buenos, los valientes, los más capaces, con valores", y ubicándonos dentro de una polarización: santiagueños contra tucumanos, provincianos contra porteños, etc. La identidad local (y el gentilicio que la nombra), por lo general suele conformarse por la acción de un dirigente (ya señalamos cómo Ibarra se empeña en la construcción de la santiagueñidad), no solo autoridad política, sino muchas veces un docente, o un dirigente comunitario con buena prédica y consiguiente aceptación. Y resultará muy positivo para una ciudad, un pueblo, un paraje, poder nombrarse con un gentilicio propio, al que todos se adscriban. Por un lado, porque un gentilicio que nombra identidad bien formada, designará positivamente a la localidad (el pago, mi tierra, mi querencia, la mejor, mi lugar en el mundo), y por lo tanto el poblador no querrá irse tan fácilmente, y siempre deseará lo bueno, hará lo mejor por su terruño. El gentilicio empodera a sus usuarios, es decir hace más poderoso, más fuerte al grupo social que identifica. Así lo señala el Dr. Pedro Luis Barcia, mentor de este proyecto: "En momentos de globalización, que en su aspecto negativo ?entre tantos otros positivos que conlleva- supone gestos de desarraigo y voladura de nexos a lo inmediato, lo local, lo cotidiano, el leve pero denso gesto de saber que, en el concierto nacional, el habitante de este lugar se llama a sí mismo, y por ende, se lo llama, de tal manera ?chivilcoyense, angualastino, gualeguaychuense-, es una radicación nominativa atendible". Nosotros agregamos: ATOJPOCEÑO, JUMIALENSE, LABRITEÑO, TRONQUERO, LAGOMUYERO, RAMADEÑO, LOROPOCEÑO, PIRPINTEÑO, LLAJTAMAUCANO, y otros 600 que ya registramos en estos tres años de búsqueda. El peso de la historia En esa valoración positiva de un lugar, encontramos que tienen un peso decisivo en el presente una historia de larga data y un papel prestigioso en el pasado allá, en los orígenes. De esta manera, hallamos topónimos (nombres de lugares) muy valorados por su antigüedad y su papel en la historia. Esos topónimos de larga data, anteriores a la formación de la provincia, han perdurado algunas veces como nombre de departamento. En efecto, la ley provincial N° 353, que fue sancionada el 11 de noviembre de 1911, organiza el territorio provincial y divide la provincia en 26 departamentos, muchos de ellos dibujados (hasta con regla) y designados la mayoría con nombres de personajes ilustres de la historia nacional, pero sin peso en el ámbito de la provincia y sus habitantes. Así pues, pasan a ser departamentos nombres de localidades prestigiosas y de antigua data, como Choya, Loreto, Atamisqui, Copo, Guasayán, Salavina, Silípica. Hemos observado que en estos departamentos los pobladores se identifican principalmente con el gentilicio más amplio, conocido y prestigioso del departamento, y se privilegia el ser CHOYANO que el más nuevo FRIENSE. Igualmente pasa con COPEÑO, bien definido y arraigado en los pobladores, sobre el fluctuante MONTERIZO, MONTESINO o QUEMADENSE para Monte Quemado. Por el contrario, nos costó encontrar gentilicios de topónimos menos arraigados como los poco usados AGUIRREANO (Dpto. Aguirre), AVELLANENSE (Dpto. Avellaneda), BELGRANENSE (Dpto. Belgrano), TABOADENSE (Dpto. Gral. Taboada), MORENENSE (Dpto. Moreno), PELLEGRINENSE (Dpto. Pellegrini) y otros. A su vez, no encontramos los gentilicios correspondientes a los Departamentos San Martín, Sarmiento, Alberdi, Juan Felipe Ibarra, Mitre. Así como en los departamentos de mayor prestigio y peso histórico encontramos menos gentilicios de localidades o parajes, en los que podríamos considerar nuevos comprobamos que se emplean gentilicios hasta para los más perdidos parajes. Ilustraremos con dos casos muy patentes: En el departamento Avellaneda (AVELLANENSE), registramos los siguientes gentilicios de localidades y parajes: AVELLANENSE, BLANCAPOCERO, BRACHENSE, BREAYERO, CALERO (de Cáloj), CAMPOALEGREÑO, CARMONERO, ALCIREÑO (Colonia Alcira), CHAÑARPOCEÑO, CHUÑERO (de Chuña Pampa), CORTADEREÑO, CRUZPOCERO, DORENSE, GRAMILLEÑO, FISQUEÑO, HERRERIANO, HIMALAYERO, HORNILLERO, ICAÑENSE, CENTELLENSE, LAGOMUYERO, CAÑERO, LIBANESERO (Colonia Libanesa), ISLEÑO (Colonia Isla), LUGONERO, LLAJTAMAUCANO, MAILINERO, MALPASEÑO, MANCAPERO, MANQUITERO (de Manquitayoj), MAUQUEÑO (Llajta Mauca), NAVICHERO, NOVILLERO (Novillo Pozo), PAJMUYERO (Páaj Muyo), PERQUERO, POZOMARQUERO, PUNTACORRALERO, PUNTAPOCERO, SANANTONERO, SANTODOMINGUEÑO, SANROQUERO, SANTAELENERO, SAPIPOCERO, SAYANERO, SAMPEDREÑO, SANROQUERO O SANROQUENSE, SANTARROSEÑO, SUNCHOPOCERO, TACOPOCERO, TALERO o TALEÑO (Tala Atun), TALAPOCEÑO, TIOALTERO, TORUMEÑO, TOROPANERO, TURUNGUNEÑO, TUSQUERO (Tusca Pozo), PUNTACORRALERO, UGULCHERO (Ugulcho), VACASNIENSE (de Vacasníoj), MAILINERO, y el seudogentilicio CHIMPERO ( porque "chimpaban" el agua). En cambio, no encontramos gentilicio de los siguiente topónimos: Cejas, Palermo, Puente Negro, Yacajníoj, y posiblemente algún otro paraje que se nos puede haber pasado por alto. Igualmente, en el Dpto. Pellegrini hemos registrado: AGUAMARGUEÑO, AGUAZULEÑO, ALGARROBALEÑO (Algarrobal), BORDEÑO (El Bordo), CAMPEÑO (de Campo Grande), CHAÑARPOCEÑO, CAMBIADEÑO, CORRALITEÑO (El Corralito), DIABLEÑO (El Diablo), DIECIOCHEÑO (Lote 18), GUAPEÑO, MOJONEÑO, OJITEÑO, QUEMADEÑO, QUEMADITEÑO, REMATEÑO, SAUCEÑO, BAJADEÑO, BOLSEÑO, CONSTANCEÑO, FRAGÜEÑO, JULIANEÑO, DELICIEÑO, MANGUEÑO, LAJEÑO, CHACREÑO, CERQUEÑO, MONTERIQUEÑO, PAMPASUNEÑO (Pampa Suni), TOMEÑO (Las Tomas), VILLEÑO o ESPERANCEÑO (Nueva Esperanza), PELLEGRINENSE, VEINTEÑO (de Pozo Betbeder), PUESTEÑO (Puesto Nuevo), QUEBRACHEÑO (Quebracho Coto), QUEBRADEÑO (Quebrada Esquina), RAPELEÑO, SALADILLEÑO, SANRAMONEÑO, SANTODOMINGUEÑO, TACANITEÑO, TACOBAJADEÑO, TACOPUNQUEÑO, TARTAGALEÑO (El Tartagal), MERCEDENSE (Villa Mercedes), YACANEÑO. A lo que se suman una serie de seudogentilicios como CONEJERO (Agua Amarga), COSTEÑO (cercano al río), ANGELITO (Pampa Suni) Y, aunque en Pellegrini conté con muy buenos informantes, como Magui Moreno de Zamora, Cacho Taboada y Aníbal Costilla, indudablemente, se privilegia la identidad de la localidad o el paraje más que la del departamento.