Lázaro Báez tenía 312 libros de "alto interés económico, histórico y cultural"

Forman parte de los 4634 tomos que el empresario kirchnerista detenido por lavado de dinero guardaba en una de sus estancias.

Español, francés, inglés, italiano y hasta en latín, son sólo algunos de los idiomas que la Justicia encontró en los líbros que Lázaro Báez tenía la biblioteca de una de sus chacras allanadas en Santa Cruz.

Tras 10 días dentro de la "chacra 39" dos peritos de la Biblioteca Nacional culminaron la primera etapa de su trabajo. Determinaron que en los estantes habían 4634 libros y textos, y que 312 de esos tenían un de "alto interés económico, histórico y cultural".

Lo primero que llamó la atención a los especialistas en la gran amplitud de temas y años de publicación de los textos. Se pasa de Las Metamorfosis,de Ovidio, en una edición de 1598, a Quiero un cambio, de Bernardo Stamateas; de las Rimas del Cavalier Marino, en una edición veneciana de 1664, a La biblia del crochet, publicada por Planeta Agostini en 2012.

Los libros y textos que los peritos consideraron relevantes fueron guardados en 22 cajas precintadas por Gendarmería y trasladadas a la Biblioteca Nacional, designada “depositaria judicial”. Entre esos 312 libros se destacan algunos de Séneca, impresos en 1574, de Cicerón, en 1576, y las cartas eruditas y curiosas de Benito Jerónimo Feijoo de 1750, cuya edición es de la célebre imprenta de los herederos de Francisco del Hierro (que hoy podría costar unos 2200 dólares). También había primeras ediciones de Borges (como la de Discusión, de 1932, publicada por Gleizer) y cartas de Evita, que fueron difundidas por TN en exclusiva.

Según el informe, entre las rarezas hay un manuscrito en tinta negra, listo para la imprenta, del año 1592, con el título In Universus. Además, en esas vitrinas convivían los cuatro tomos del Orlando furioso de Ariosto –en la edición de 1777 realizada por Paul Delalain– con otros dos tomos del mismo libro impresos en Venecia en 1781. Las ediciones venecianas suelen ser importantes en este circuito: uno de los más célebres imprenteros de la época, Aldo Manuzio, instaló allí sus talleres.

Cuántos de ellos leyó también es un misterio y, para la Justicia la compra habría sido una maniobra más para el blanqueo de dinero, como se hizo con autos, tierras y propiedades. Varios de los libros encontrados en la biblioteca de Báez están encuadernados en pergamino. Entre ellos se destaca un ejemplar de 1674 de la vida de Fray Jerónimo Savonarola, un pensador domínico que a los 20 años ya había escrito su poema De ruina mundi, sobre los vicios y la corrupción moral, impreso en París, valuado en casi mil dólares.


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