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La dura derrota de Matías Rueda fue un llamado de atención para el boxeo

El tandilense Matías Rueda sucumbió drásticamente ante su propia realidad, basada en la inexperiencia y el engaño de un 2º puesto en el ranking mundial - fundamentado en la paga arancelaria por posesión de títulos regionales de escasa reputación - frente al devastador invicto mexicano Oscar Valdéz, quién lo batió por KOT en el segundo round capturando el cetro pluma ( OMB) - vacante-, tras derribarlo en dos oportunidades y dominarlo a voluntad.

Toda la inmensidad expuesta por el casino MGM Grand de Las Vegas, en cada velada internacional, contrastó con la soledad e impotencia del púgil de Tandil, que a los 28 años y con una carrera bulliciosa - a nivel local- de 26 victorias ( 23 k.o), fue presa de su inmadurez y límites técnicos causantes de este pobre desempeño. Su lanzamiento hacia este tipo de competencias fue una consecuencia alocada de su convicción desmesurada en su golpe de derecha y en el aventurero empujón que le dio su equipo hacia lo que terminó siendo, un juego peligroso; mas allá de un sin fin de teorías, ilusas y épicas, que invitaban a soñar con una frase milagrosa en éste trabajo: ‘¡Si mete una mano!’.

El proceso final de la derrota de Rueda es un severo llamado de atención a todos aquellos que por conveniencia o ineptitud aceleran el período de madurez de un boxeador con ciertas posibilidades futuras en momentos indebidos.

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