CAPRICHOS

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso. -¡Dale Pablito! ¡Dale!- gritan mis amiguitos del barrio. Quieren que gane. A mí me cuesta mantener el equilibrio sobre la cuadrícula. Cada vez que llego al último salto, asiento las muletas. Ellos creen que se trata de un capricho, pero no. Caprichos son los de las noches, cuando estiro la mano y no puedo encontrar al pie que pide que lo frote. l
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