El ideal insurgente de Mariano Moreno
La historiadora Noemí Goldman traza un perfil del gran impulsor de Mayo donde surge el hombre político, republicano y revolucionario.
La historiadora Noemí Goldman detalla en esta entrevista el artesanal proceso de investigación que culminó en su novel y notable biografía sobre Mariano Moreno. Allí pone en juego los lenguajes, perspectivas y horizontes políticos de Moreno, brindando una admirable recomposición histórica de su vida y obra. Goldman muestra que la actuación de Moreno fue crucial para que la Revolución cobrara impulso.
La radicalización de sus discursos en La Gazeta y su accionar como Secretario de Guerra y Gobierno – implacable con los enemigos– encendió los temores del sector moderado de los criollos revolucionarios, quienes lo acusaron de querer instaurar un régimen de “terror” y lo imputaron de “jacobino”. Ante las críticas, Moreno sostuvo que era preferible una “libertad peligrosa” a una “servidumbre tranquila”.
Su renuncia a la Junta y su “destierro” en una misión diplomática a Inglaterra, que acarreó su muerte, dejaron truncas las “grandes obras” que avizoraba en el futuro. “Mis investigaciones son sobre la Revolución de Mayo. Moreno era para mí un personaje muy familiar. En primer lugar, me di cuenta de que para volver a hacer una biografía de Moreno era necesario resituarlo en toda la renovación historiográfica de los últimos veinticinco años. Así como también trabajar en sus enigmas, como la edición de El contrato social o El plan de operaciones ”, explica la investigadora.
El investigador Diego Bauso
cuestiona la autoría de El plan de
operaciones en un libro publicado
en 2015…
Fue una gran sorpresa. Comprueba
que El plan de operaciones es apócrifo.
Es una copia textual de una novelita
francesa titulada El cementerio
de la Magdalena , que es una visión
crítica de la Revolución Francesa que
adopta la versión termidoriana-napoleónica.
Quienes hicieron la falsificación,
los personajes que se movían en
el entorno de Carlota Joaquina de Borbón
(hermana de Fernando VII), querían
atacar la Revolución de Mayo y
denostar a Moreno, imputándole la autoría.
En la época esto fue tomado como
verosímil porque las ideas del Plan
circulaban entre los revolucionarios.
El libro arranca con el viaje
fatal de Moreno a Londres, en el
que se encontraba traduciendo.
A partir de ahí el hilo conductor
son sus lecturas. ¿Cómo rearmó la biblioteca?
Había una fuente muy preciosa para eso: sus cuadernillos autógrafos. Hay una relación entre sus lecturas y los debates intelectuales y políticos de su época. Ahí había una veta para ver cómo fue el pasaje de reformista a insurgente. Partiendo de un supuesto, que es que Mariano Moreno no nació revolucionario. Esos cuadernillos van mostrando claramente cómo se va interesando por diversas lecturas, algunas prohibidas, y cómo él fue reutilizando esos materiales, es decir, realizando relecturas en las diferentes coyunturas que se le iban presentando.
También se dedicó a la traducción,
tal como otros letrados…
Parte importante de la transmisión
de conocimientos se hacía a través
de manuscritos, porque el libro era
un lujo, y muy pocos tenían grandes bibliotecas.
Al mismo tiempo la traducción
de libros era el medio de hacerse
de una propia copia. Para Moreno
la traducción fue un medio de divulgación
de conocimientos, particularmente
para la élite rioplatense, y de textos
que él consideraba fundamentales para
tomar contacto con las principales
claves filosóficas y políticas que pudiesen
llevar a una transformación del
orden. El corolario va a ser la traducción
y edición de El contrato social de
Rousseau, que iba a difundirse por toda
América y llegó hasta México.
En el plano de su actuación
política, Moreno despliega su
formación y su carácter resolutivo.
En sus discursos políticos se reactualiza
todo su bagaje, su background
intelectual, en un nuevo contexto. Hay,
por ejemplo, una línea de argumentos
críticos hacia el orden colonial, el llamado
“patriotismo criollo”, que él va a
desplazar y resemantizar, para volcarlos
ahora a la acción política, sobre los
cuales no se había prestado demasiada
atención.
Su impronta como Secretario
de Guerra y Gobierno de la
Primera Junta lleva a la imagen
que se canoniza de él, la del “jacobino”…
Cuando él habla sobre sí mismo,
se considera un “temerario”. Es decir,
es consciente de las diversas oposiciones
que sus prácticas radicales podían
suscitar entre los criollos moderados.
Etiquetar a alguien de jacobino
era la manera más rápida y fácil de
difamarlo y neutralizarlo. Era un arma
política, ese mote se asociaba al terror
revolucionario. También es cierto que
en sus instrucciones había elementos
de violencia o “terror” contra los opositores
de la Junta, ya fueran españoles
o americanos. Entonces estos elementos,
su determinación y su inflexibilidad,
más su defensa de la igualdad
y de la libertad, llevaron a que se cristalice
esa imagen entre algunos de sus
contemporáneos, y luego en la historiografía,
ya sea con signo negativo o
positivo.
Los patriotas tardan en ser
conscientes de que son parte de
un proceso revolucionario…
Ellos hablan de “nuevo orden”.
En realidad, ellos querían un gobierno
propio, en eso estaban todos de
acuerdo. La ruptura entre Moreno y
Saavedra se da porque el tipo de cambios
que querían, el ritmo y la profundidad,
eran diferentes. La emancipación,
desde la perspectiva de Moreno, no
era solamente romper el vínculo con
España, sino realizar profundos cambios
en la sociedad, en la economía, en
la política. Moreno da un paso al costado
porque cree que puede seguir trabajando
por su proyecto desde el exterior.
Pero esto no impide que todos
se identifiquen con la “revolución” –retomando
las palabras de Tulio Halperín
Donghi– como un mito fundante de una
nueva legitimidad política.
¿Cuál es su hipótesis acerca
de por qué es importante volver
hoy sobre Moreno?
Fue el primero en encarnar el decidido ideal emancipador y en reflexionar sobre las bases de la soberanía del pueblo. Nuestros dos Bicentenarios promovieron una amplia difusión de los estudios recientes sobre los procesos históricos implicados en ellos. Así, surgieron nuevas evidencias para desacralizar mitos.