GLASGOW

Trungelliti, el sparring santiagueño de la Copa Davis

El santiagueño, de 26 años, 146° del ranking y se toma los contratiempos con naturalidad; huye de los videojuegos y elige los entretenimientos de mesa

Marco Trungelliti no suele tomar decisiones convencionales a la media del tenista argentino para planificar su calendario. Cuando muchos prefieren los challengers de América del Sur, él busca otro destino en la misma categoría o jugar las clasificaciones de los ATP. Por estas horas debería estar preparado el raquetero para jugar en Taiwán, pero una llamada de Daniel Orsanic le postergó el viaje a Asia. El santiagueño, de 26 años y 146° del ranking, estaba con bronca después de haber perdido en Como, cuando el capitán de la Copa Davis lo llamó para proponerle ser el sparring durante las semifinales ante Gran Bretaña. "Cuando me habló Orsa, obviamente dije que sí -cuenta-. Me ayudó a cambiar el humor. Es una semana distinta, salir de la competencia que a veces cansa y respirar un poco. Después sí, voy a Pekín y Shanghai".

Trungelliti tiene una filosofía interesante. Pretende jugar al tenis muchos años más y por ese motivo intenta vivir el día a día en forma relajada. "Trato de controlarme y disipar las presiones, porque muchas de ellas las inventamos nosotros mismos. Nadie se muere por jugar bien o mal al tenis. Intento enfrentar los contratiempos, que en este deporte está lleno, con calma. Y así poder sobrevivir", afirma quien eliminó a Marin Cilic, por entonces número 10, en la 1» rueda del último Roland Garros. Le escapa a los video games. Se entretiene con los juegos de mesa. El que más le gusta es el T.E.G. y muchas veces compite con Marcelo Albamonte, el matemático deportivo que estudia el rendimiento de los distintos tenistas. "Siempre que puedo trato de trabajar la cabeza en el buen sentido", explica Trungelliti. Y añade: "Las pocas veces que tuve un joystick en la mano es como que me empezaron a sobrepasar los tiempos del juego y lo dejé (sonríe). Le regalé la consola a mi hermano. Me gusta leer bastante: novelas, situaciones históricas y hasta en inglés, como para trabajar más el idioma. Lo último fue la biografía de Michael Jordan; me quedó grabado el tema de la calidad de trabajo, que pese a ser grande siempre se puede mejorar".

No le atraen las redes sociales. "Me borré de todo el año pasado, cuando fui a China, donde está todo bastante bloqueado. Probé si podía estar varias semanas sin usarlas y no sentir adicción. Y no sufrí nada -reconoce-. Encima, a veces me tuve que aguantar me insultaran por redes sociales por el tema de las apuestas. Un día uno me escribió uno diciéndome que había perdido un montón de plata por mi culpa; qué bárbaro".

De madre contadora y padre bioquímico ("¿Dónde viven? En Santiago, se quedaron durmiendo la siesta", bromeó), a Trungelliti le gusta mucho la música. En algún momento, mientras ensayaba en la academia de El Clú de Saavedra, quiso aprender a tocar el violín. Es un apasionado por la chacarera: "Me encanta. Me quedé bastante desactualizado porque voy poco a Santiago. Pero bailaba, muy mal, muy cararrota en alguna peña, con alguna copa de más para animarme". Siempre viaja con su máquina de café y se cocina él mismo cuando viaja. En lo tenístico, si le dan a elegir competir sobre polvo de ladrillo o cemento, prefiere esta última superficie; en eso también es poco convencional Trungelliti, la raqueta que eligió Orsanic para ayudar al equipo que buscará la final de la Copa Davis.

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