El discernimiento espiritual
El discernimiento es la acción por la que se busca distinguir, o sea diferenciar entre dos cosas que por lo general se nos aparecen como buenas. Vamos a entrar en la Sagrada Escritura para que podamos entender y comprender lo que es el discernimiento espiritual. “Unos fariseos y saduceos piden a Jesús una señal del cielo y él les responde: ‘Ustedes saben discernir los aspectos del cielo, no saben discernir las señales de los tiempos’.
(Mt 16,3) Ellos son hábiles para discernir el clima, para pronosticar si habrá tormenta a partir de las nubles que hay en el cielo, pero no se han dado cuenta de que están rodeados de signos espirituales. San Pablo exhorta a los cristianos a vivir el discernimiento. “Examinen todo y quédense con lo bueno”. (1 Carta a los cristianos de Tesalónica 5,21).
“No conformen su mentalidad a la del mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para poder discernir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le es agradable, lo perfecto”. (Carta a los cristianos de Roma 12,2).
Podemos decir que el discernimiento espiritual es un ejercicio interior que nos lleva a examinar y distinguir si una situación, personas o cosas nos ayudan a seguir el plan de Dios o por el contrario nos apartan de Él.
De esta forma, abiertos a la acción del Espíritu Santo, que nos ilumina y nos impulsa, podemos darle a nuestra vida una orientación que nos lleve a la fidelidad verdadera. El discernimiento espiritual nos ayudará, entonces, a ir ganando esa sabiduría. Al discernir espiritualmente buscamos iluminar una situación concreta de nuestra vida, con la luz de la fe. De manera que la elección que hagamos vaya por el camino del designio de Dios que busca el mayor bien para nosotros.
Puede haber obstáculos para ese discernimiento espiritual: impaciencia, soberbia, autosuficiencia, pereza mental, etc.
Debemos discernir a la luz del plan de Dios las realidades de nuestra vida. Por ejemplo, para tomar decisiones por nuestra vida hay que sentarse, mirar, examinar, saber si existe esa posibilidad pero con la ayuda de Dios y con el Espíritu Santo.
¿Qué cosas pueden ayudarnos a vivir un mejor discernimiento? “Si vivimos con el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu” (Carta de San Pablo a los cristianos de Gálatas, 5,1-16; 22).
La oración es un medio privilegiado para ser hombres y mujeres espirituales, no hay cristianos que no pueda vivir su fe sin orar, sin comunicar, sin dialogar ni compartir, recibir de Dios y dar a Dios.
En la oración el Señor nos encuentra más dispuestos y receptivos a escuchar su voz y las emociones del Espíritu Santo que nos guían hacia la verdad. No se puede llegar a la verdad si nos es dejarnos guiar por el Espíritu Santo. En la oración encontraremos el espacio propicio para un recto discernimiento. Solo a la luz de la fe en Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo podemos avanzar en la madurez espiritual que nos comunica interiormente con Jesús, de manera que alcancemos poco a poco la sabiduría y la sensibilidad para buscar siempre el plan de Dios; y vivir según su orientación.
También podemos orar todos los días con la Palabra de Dios, los Salmos, o el Evangelio pueden ayudarnos para meditar y discernir nuestra vida, enfrentarnos a situaciones de alegría o preocupaciones. La Palabra de Dios nos iluminará.
La oración nos ayuda a aprender y pensar como pensó y actuó Jesús. Él siempre actúa de esa manera, cuando tuvo que tomar decisiones y elecciones de sus discípulos, fue a un lugar desierto, oró y vivió una comunicación con su Padre.
En el discernimiento hay una dimensión personal: cada uno toma su decisión para elegir lo que será su vida. La otra dimensión que es la comunitaria es un elemento importante: necesitamos la ayuda de otras personas para que nos iluminen desde su propia experiencia espiritual. Podemos llegar a ese discernimiento vocacional, profesional o el discernimiento de nuestras relaciones, vamos a necesitar alguien que nos acompañe y ayude a ver otros aspectos que uno no puede ver.
Por eso está la oración, meditación y percepción; mirar bien mi pasado, mi presente y ver mi proyecto a futuro.
A veces podemos pensar que conocemos todo, pero hay que ver si tenemos la posibilidad de llegar a entrar en ese espíritu. También hay que considerar la información.
Si tengo un proyecto, debo saber qué es lo que va a venir. Por ejemplo, en el noviazgo antes del casamiento se pueda llegar a ese discernimiento. Quizás la pastoral de ese matrimonio sea hacer un retiro, mirar, examinar si pueden llegar a tomar una decisión para toda la vida. Como así sucede en la vida religiosa y laical con compromiso.
Si hay información se debe reflexionar sobre eso, ver las capacidades, talentos, dones y limitaciones de cada uno. Mirando todo esto hay que decidir. No se debe quedar sólo en el discernimiento, hay que decidir y después actuar.
Hoy todos necesitamos ese discernimiento para no caer muchas veces en fracasos, para no vivir superficialmente. Como cristianos no debemos dejarnos engañar por este mundo, para hacer cosas sin sentarnos a examinar antes.
Que Cristo nos ayude, con el Espíritu Santo y Dios Padre, para que nuestra vida sea esa relación con Dios, recibir su gracia y cumplir su voluntad. Como dijo la Virgen María: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga según tu Palabra”, que en todo lo que vamos a vivir, decidir y hacer Cristo nos dé la posibilidad de discernir y realizar todos los proyectos, poner en práctica los dones que Dios nos ha dado gratuitamente por el bien de todos.