Pudor y educación

¡Buen día! Digámoslo francamente: el pudor no es moneda muy cotizada. Por el contrario, debemos convenir en que transita un sendero especialmente pedregoso. Tanta desfachatez en revistas, cine, televisión y canciones, hace que esa natural defensa del alma vaya quedando maltrecha. Sin embargo, nunca más que hoy es preciso rehabilitar su vigencia. Sobre todo en la familia y en la escuela. Al respecto, conviene recordar lo que dice un documento de la Santa Sede, otras veces ya citado: “Orientaciones educativas sobre el amor humano. Pautas de educación sexual” (1.11.83). Tómese un par de minutos, que pueden venirle bien: “El pudor, elemento fundamental de la personalidad, se puede considerar -en el plano educativo- como la conciencia vigilante en defensa de la dignidad del hombre y del amor auténtico. Tiende a reaccionar ante ciertas actitudes y a frenar comportamientos que ensombrecen la dignidad de la persona. Es un medio necesario y eficaz para dominar los instintos, hacer florecer el amor verdadero e integrar la vida afectivosexual, en el marco armonioso de la persona. El pudor entraña grandes posibilidades pedagógicas y merece, por tanto, ser valorizado. Niños y jóvenes aprenderán así a respetar el propio cuerpo como don de Dios, miembro de Cristo y templo del Espíritu Santo; aprenderán a resistir al mal que les rodea, a tener una mirada y una imaginación limpias y a buscar el manifestar en el encuentro afectivo con los demás, un amor verdaderamente humano con todos sus elementos espirituales. Con este fin, tienen que presentárseles modelos concretos y atrayentes de virtud, tienen que desarrollárseles el sentido estético, despertándoles el gusto por la belleza presente en la naturaleza, en el arte y en la vida moral; tienen que educárselos para asimilar un sistema de valores, sensibles y espirituales, en un despliegue desinteresado de fe y amor”. Nada que ver con la mojigatería, que aparenta virtud cuando hay sólo fingimiento. El pudor es una virtud verdadera, que permite vivir y actuar de un modo más profundamente humano. ¡Hasta mañana!l
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