La prédica misional de la beata Ana María Taboada

Del archivo “Documentos relativos religiosos de Belén”, se recuerda la fundación del Convento de Belén en 1821 por Ana María Taboada, el cual nació con el propósito de encarar los ejercicios espirituales de San Ignacio y la educación de la juventud santiagueña.

La fundación de la Casa Belén no fue un hecho aislado casual, tampoco lo fue el nacimiento y el ensueño que tuvo Ana María Taboada hacia principios del siglo XIX, sino que responde a esa sucesión histórica que hace de Santiago del Estero una tierra señalada en la catolicidad y en la nacionalidad argentina.

La Casa Belén es considerada como el último gran jalón entre las fundaciones espirituales que aquí se promovieron durante tres siglos.

La historia señala que después de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, se vivió una larga gesta de ascensos y descensos, todo unido por un hilo conductor, que es la prédica del pensamiento ignaciano, que culmina con la obra de Belén, con el propósito de dar vida en este viejo solar un servicio en el nombre de la Compañía de Jesús.


Primeros indicios

Fue desde 1585 cuando se afincan en Santiago los primeros religiosos de la Compañía de Jesús, los padres Alonso de Barzana, Francisco de Angulo y el hermano Juan de Villegas. En ese entonces, estaba en Santiago establecida la primera Diócesis del país desde 1570, y el primer obispo de la Argentina, asentado 11 años después, en la persona de Fray Francisco de Vitoria.

Con los años, urgía a realizar una acción extraordinaria, María Antonia de Paz y Figueroa, con un sentido misional que reivindica a Santiago históricamente. Consigna el historiador Alén Lascano, que don Felipe Matías Ibarra se había casado con María Antonia de Paz y Figueroa, y de ese hogar nació el brigadier general Juan Felipe Ibarra, en 1787.

Ana María Taboada “del Niños Jesús”, como se llamó en la vida religiosa, era hija de don Ramón Antonio Taboada y de doña Francisca Luisa de Paz y Figueroa, y vino al mundo en 1788.

Quedaba vivo en ese entonces el recuerdo de María Antonia de Paz y Figueroa y de su empeño por la reconstrucción ignaciana, por su retorno a estas tierras, por la continuidad de su obra misional. Ana María Taboada se propuso reiterarlo cuando se sintió con fuerzas seguras de su llamado interior.


Por los caminos

Ana María estuvo angustiada por las guerras civiles y convulsiones sociales vividas en ese entonces, pero también convencida en la necesidad de mitigarlas. Enseñó, mendigó, oró y recorrió los caminos desde Potosí hasta Buenos Aires y luego hasta Montevideo. Tuvo la guía directriz del presbítero Felipe Ferrando y la proyección de Juan José Lami. Con la donación de material del solar, fundó así la Casa de Belén, un 25 de diciembre de 1821, bajo la leyenda de su pórtico inicial: “Casa de Dios y Puerta del Cielo”, en el predio de una manzana ubicado entre las calles Rivadavia y Leandro Alem.

Así, la beata Taboada edificó su Casa de ejercicios, levantó una capilla pública y organizó un claustro con el nombre de “Madres de Belén” y los hábitos de la compañía de Jesús.

En 1823 secundaban a Ana María Taboada las hermanas Juana María y María Antonia Paz, quedando esta última al cuidado de Belén, cuando debía partir en labor evangélica por las provincias de la Confederación.

Predicó siempre con la imagen del “Niño Viajero” y llevaba como prédica dar los ejercicios espirituales de San Ignacio para luego dar lugar al funcionamiento de la escuela, para la educación de la juventud en especial de la niñez pobre, que fue la primera con ese carácter en Santiago. Su objetivo era, dice Orestes Di Lullo de Belén, “entre conventual, escolar y laboral”.

Hacia 1886, llegaron luego las hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, para hacerse cago de la dirección de Belén, ante el peligro de su desaparición de las últimas compañeras de la madre Taboada.

Ana María Taboada murió un 14 de marzo de 1852. Su congregación quedó constituida luego de su desaparición, el 14 de mayo de ese mismo año, con la presencia del vicario Dr. Miguel Ignacio de Alurralde, y bajo el nombre de “Señoras del Niño Jesús” que conservaron hasta 1884.

Sus sobrinos, el gobernador Manuel Taboada y su hermano don Antonino, ambos hijos de Leandro Taboada, hermano de Sor Ana María y su esposa doña Agueda Ibarra, hermana de don Juan Felipe, protagonizaban en 1852 una nueva época política que quedará en el recuerdo para la provincia. l

Fuentes consultadas

Templos y fiestas religiosas-populares en Santiago del Estero, 1960; La instrucción primaria y el Colegio Nacional de Santiago del Estero, de Alfredo Gargaro, 1944; Los Taboada, de Gaspar Taboada, 1953.

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