María del barrio

¡Buen día! ¿Por qué no imaginar a María como mujer de barrio? De hecho lo fue, en su Nazaret natal. El padre Rogelio Barufaldi, sacerdote rosarino que ejerció por muchos años en La Florida, nos regala un precioso poema titulado “Nuestra Señora del barrio”, que aparece en su librito “María, mujer del país de Dios”. Entresaco algunos versos: “Yo quisiera nombrarte en las cosas / familiares del barrio y de la gente. / Decirte, en el temblor de tantas rosas, / que en La Florida estás floridamente. Quisiera repasar la letanía / del río, de la luz, la nube blanca, / y lentamente hablar, Santa María, / dibujando tu manto en la barranca... Sé que pones el hueco de tus manos / sosteniendo la nuca de tu Niño, / y te pienso en los brazos más cercanos / de las madres que cantan su cariño. Me gusta imaginar, cuando te nombra / un chico, una muchacha, un obrero, / que su voz es el eco o es la sombra / que recorre el Taller del Carpintero. Me propongo encontrarte por la plaza / de barrio, en algún cedro, en una acacia, / y hablarte con el ángel que te traza / el elogio mejor: “Llena de gracia”. Te quiero ver, Señora, en esas casas / enormes y pequeñas: las ventanas, / los pisos, los jardines, las baldosas, / los techos, las canillas, las persianas. O sentirte subir. Enredadera / de Dios, a cada techo en el verano, / o salir a los patios, lavandera / de pañales del Niño, nuestro hermano. O escucharte que sufres, por ejemplo, / cuando el Niño te crece, como has visto, / el día que se perdió allá en el templo, / y a ti, Madre, te duele, aunque él sea Cristo. Quiero reconocerte por las calles, / antes de tierra, ahora pavimento, / y sentirte en los mínimos detalles / de las hojas movidas por el viento. Quiero oírte en las cosas de las casas / repasando los muebles, la cocina / la ropa de José, lavando tazas / o diciendo que el Niño ya camina...”
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