Los días aciagos de Nahuel, a casi un año sin su madre

En la retina de Nahuel aún hoy subyace el cuadro tétrico de su madre muerta.

Abstrayéndose del universo legal, con más asiduidad, el muchacho viaja a su casa de Suncho Corral.

Es su refugio ideal. El lugar perfecto en que el hombre no precisa máscara alguna de fortaleza y es absolutamente genuino con el paisaje.

"Viene al campo; sale a cazar, a caminar; a llorar lejos donde nadie lo ve", deslizó su círculo muy íntimo.

Confiesa también que aún no logra sobreponerse a tamaño golpe de orfandad.

Primero perdió a su padre en un accidente. No había terminado de procesar el duelo, que la vida lo dejó sin madre.

Duro mazazo, permanecer de pie, carente de sus dos sostenes emocionales.

Sin embargo, aquello que lo dejó de rodillas, hoy parece empujarlo a sobreponerse.

No es menos cierto que en esa indisimulable soledad, en un año Nahuel luce más fuerte y muy comprometido con el proceso penal.

Es más, él mismo intentaría una audiencia con el Superior Tribunal de Justicia.

Precisa verbalizar su preocupación por el tedioso paso del tiempo, sin que surjan sospechas o detenciones.

Para sus amigos, Nahuel guardará en su corazón las lágrimas, pero racionalmente está aprendiendo a convivir con el dolor: sin paralizarse y mirando hacia adelante.

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