Canto al quebracho
Quebracho... padre del monte,
hijo de la tierra mía,
vida de la flora nuestra...
¡Ay!, cuánto vale tu vida!
Síntesis de una epopeya.
Soldado de mil vigilias.
Yo sé por qué los tambores
de las hachas no te olvidan.
El acero vegetal
que en tus entrañas palpita
está templado con soles,
huracanes y codicias.
¡oro rojo! ¡Sangre nuestra!
¡Sangre de mi tierra herida!
Orfebres manos morenas
te tallarán sus desdichas.
Manos que no son culpables,
hachas sin alma homicida.
Otro es el viento que lleva
la sangre, el sudor y el clima.
... Serás poste de alambrado
en tierras desconocidas
y habrá un sol reforestado
en la intemperie de astillas.
Hoy yo vengo a acariciarte,
verte de abajo hasta arriba
ydescolgar lasestrellas
que entre tus gajos titilan.
Épico castillo triste
de hojas, garra, sombra y fibra...
Sabes que estás condenado
le has confesado a las brisas...
¡Épico baluarte insigne!
¡Vetusta atalaya lírica!
Sin ti se queda el paisaje
exánime y de rodillas.
¡Quebracho! Solio perenne
de las ricas fantasías.
Vida de una flora muerta,
¡Ay, cuánto vale tu vida!