José, esposo

Confieso que la figura de San José la fui descubriendo ya de adulto. Cuanto más la estudio y medito, mayor es mi admiración por él. Le tocó una tarea difícil. Ser y no ser, al mismo tiempo, el esposo de María. Ser y no ser, al mismo tiempo, el padre de Jesús. En efecto, legalmente ambos estaban casados; pero, de hecho los dos llevaron adelante un matrimonio virginal. Legalmente y ante los ojos humanos, Jesús era hijo de José; pero sabemos los cristianos que fue obra del Espíritu Santo. Era un secreto el de ellos, sólo conocido por ellos mismos; como era también un secreto que el niño nacido de María fuera el hijo de Dios. El de José y María fue un matrimonio que también tuvo sus convulsiones. Cuesta poco imaginarlos viviendo en una total armonía, profundamente compenetrados en un amor espiritual de hondas dimensiones. Sin embargo, tiempo después de estar legalmente casados, José tuvo que enfrentar la angustia de un presunto adulterio de María. Verla embarazada y saber que él era ajeno a ese bebé ¿podía dejarlo indiferente, podía no alarmarlo? El evangelio de San Mateo (1,18-25) describe todo el drama de José. Ante los hechos consumados, a José le hubiera bastado con denunciarla como adúltera para que ella fuera juzgada, condenada a muerte y ejecutada por lapidación (apedreada) en las puertas de la ciudad, tal como indicaba la ley judía entonces en vigencia. Pero, dice el evangelio, “como era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió repudiarla en secreto”. Es entonces cuando se le aparece un ángel en sueños y le avisa que no lo haga, porque el hijo que está viniendo es obra del Espíritu. A l despertar, José no piensa que los sueños sueños son: cree en la voz del ángel y la recibe en casa. El primer y único conflicto en la vida conyugal de estos esposos fue resuelto con la obediencia a lo que Dios mandaba. De ahí en más, todo sería armonía. En las buenas y en las malas, cuando todo estaba claro y cuando debían transitar en las tinieblas. Siempre con fe. Siempre con esperanza. Siempre con amor. ¡Hasta mañana!
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