Para disfrutar más cómodo el aire libre
Materas, lonas reversionadas
para que sean
algo más que un trozo
de tela, asientos transportables:
cualquiera diría
que se trata de artículos
de alta estacionalidad,
de los que el consumidor
sólo se acuerda en verano.
Sin embargo, dos emprendimientos,
Chilly (en
2011) y Bonalona (fines
de 2012) hicieron una extensión
de marca que los
mantiene activos todo el
año.En el caso de Chilly fue
una idea que se les ocurrió
a tres compañeros de la
carrera de Diseño Industrial
(UBA), Facundo Moro,
Diego Zimmermann y
SegundoFernández Madero.
Habían improvisado
un tallercito para hacer
los trabajos prácticos
en la casa de uno de ellos,
en San Isidro; por las tardes,
se iban de ahí a seguir
estudiando en el Bajo, tomando
mate y viendo el
atardecer en el río.
Así, en contacto con
la naturaleza y estudiando
una carrera afín, recordaron
unas reposeras
“de piso” que habían visto
en el Club Náutico San
Isidro. “Eran unas lonas a
las que se les había agregado
un respaldito de madera
que podía levantarse
para mantener el torso semivertical;
pero nunca las
volvieron a hacer”, cuenta
Moro. “Dijimos ‘rediseñémoslas
como si fuera
un trabajo para la facu’.”
Hicieron el prototipo; fabricaron
una docena –
transportables, regulables
y lookeadas- para el Día
de la Madre y las liquidaron
en minutos. Así que
invirtieron unos $10.000
para fabricar otras 100
para la feria de Navidad
en San Isidro: las vendieron
todas y volvieron con
75 más encargadas. Recién
entonces se plantearon
que tenían el germen
de una empresa y salieron
a ofrecer las reposeras
como regalo corporativo:
Nivea les compró 400.
Ése fue su punto de
partida. Seis años más
tarde, están vendiendo 15
mil reposeras, ya sea bajo
la marca Chilly o con los
logos estampados de las
empresas que se las compran
para regalárselas a
sus clientes y empleados.
Y además, en este lapso,
su oferta se amplió a otros
productos relacionados
con la recreación y el descanso
al aire libre, como
materas, lonas (portables,
impermeables y con
bolsillo y cierre) y mantas
(que se cierran formando
un almohadón) porque
¿quién dijo que un poquito
de frío o de viento impide
disfrutar del aire libre?
Lo que para Chilly fueron
las reposeras, para
Bonalona fue, como está
implícito en su nombre,
las lonas. A Fiorella Chirkes
y Gisela Porpora se les
ocurrió darle una vuelta
de tuerca a este artículo,
incorporándole pequeñas
estacas metálicas, que se
fijan con ojalillos que están
en sus vértices, y las
mantienen extendidas y
firmes.
Bonalona también creó
su extensión de marca.
Como las lonas ya venían
en una bolsita del mismo
material y con la misma
estampa, a las socias se
les ocurrió lanzarlas como
un producto aparte, que
también fuera multiuso,
con una división para llevar
las botellas paradas y
otra para revistas u otros
elementos que necesitan
ir separados para no deteriorarse.
La línea también
se extendió a minibolsas
con el mismo diseño,
para chicos; y a otras
para ordenar los artículos
que suelen ir desparramados
en el auto.
Chilly tuvo ingresos
por $4,5 millones en 2016
y para este año esperan
$10 millones; meta que
piensan alcanzar exportando
(ya hizo la primera
exportación, a Uruguay).
Pero un poco llevados
por la índole de su métier
–“tranca life style”, lo
definen-, tienen otro objetivo:
fomentar la producción
nacional, y a la
vez, aportar un granito
de arena para ayudar
a los desfavorecidos. Por
eso, no terceriza su confección
en talleres de costura
“tradicionales”, sino
con emprendimientos
solidarios.