MÁS DE 200 MIL ALMAS PARTICIPARON EL AÑO PASADO DE "LA MISA" RICOTERA

El Indio Solari intentará superar su propio récord durante su vuelta a los escenarios en Olavarría

Como una profecía, 364 días después del show en Tandil, el ex Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota hará su regreso triunfal a los escenarios. Será esta noche en Olavarría, y tendrá como desafío superar el récord histórico argentino de 200 mil convocantes que logró un año atrás.

Las multitudes viajan hacia la ciudad ocasionalmente pactada como si fuera un retiro espiritual o un encuentro envuelto de mística. En avión, en auto, en moto, en colectivo o a dedo. Copan hoteles, hostels, campings, casas, plazas hasta que llega el día, el ansiado día, cuando cae la noche y Carlos "El Indio" Solari sale a escena.

"El escenario es el lugar más cómodo del mundo que tengo para estar", dijo en el documental Tsunami, un océano de gente (2016).

A pocas horas del recital del ex Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el público ya comenzó a colmar Olavarría. Las fotos se multiplican en las redes sociales con banderas y selfies de las personas que ya están aguardando que comience "la misa ricotera".

El show que comenzará este sábado 11 de marzo no es un recital más por varios motivos. Primero, porque se cumple un año de su último show; fue en Tandil, el 12 de marzo de 2016, convocando a más de 200 mil personas. Que haya sido el recital pago más grande de la historia del rock argentino (en 1991 Soda Stereo concentró 250 mil espectadores en la Avenida 9 de julio, pero de forma gratuita) le trajo sus problemas: la nueva administración del Hipódromo de Tandil dijo que no volvería a darle lugar al ex Redondos.

También fue ese recital el lugar que el Indio eligió para contar que tenía Parkinson.

Otro motivo que vuelve esta fecha en Olavarría más emblemática es que se cumplen 20 años de la vez que llegó a la ciudad para tocar con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota sin poder lograrlo: fue suspendido por el temor de las autoridades locales por los desmanes que pudieran ocurrir.

Veinte años después, Olavarría le abre sin miedos sus puertas.

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