La entrega a Cristo

¿Cómo entregarse totalmente a Cristo? Quizás San Pablo puede ayudarnos con su primera carta a los cristianos de Corintia 10-31, a saber lo que es la verdadera entrega: “Por lo tanto, coman, beban, o hagan lo que sea, háganlo todo para la gloria de Dios”. Y la carta a los corintios 3-17 también es muy importante para saber cómo entregarnos a Jesús: “Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre’”.

Y después, otra carta a los hermanos (14-78): “De hecho, ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Tanto en la vida como en la muerte pertenecemos al Señor”.

Entonces ¿por qué hoy hay dificultades para entregarse a Cristo? El entregarse a Jesucristo no consiste en leer la Biblia, ni en orar, ni en asistir a las reuniones de la iglesia.

Estas cosas nos preparan para entregarnos a Cristo, pero no constituyen el entregarse mismo. También se pueden hacer sin entregarse. Tampoco ser bautizados, porque muchos bautizados hoy, no van a la iglesia, no se entregan, y abandonan a Cristo. Podemos recibir todos los sacramentos, pero si no llegamos a confiar y a abandonarnos a Dios, de qué me sirve. Podemos hacer todas las promesas con un montón de santos, buscando intereses sin encontrar a Jesús. Como decía, ese pueblo lo alaba con los labios, pero su corazón está lejos de Dios.

El entregarse a Jesucristo no consiste en ningún acto o ejercicio. Cualquier acto también se puede hacer sin haberse entregado a Cristo. El entregarse a Jesucristo es ese estado del corazón en el cual todas las cosas - nuestra vida entera, nuestro ser, y posesiones - son una ofrenda continua a Dios. En otras palabras, la entrega de nuestro ser a Dios tiene que ser la completa y continua obediencia de nuestra voluntad a la voluntad de Dios, y de ahí se extiende a todo lo que tenemos y somos - en todo tiempo, todo lugar, todo empleo, todo pensamiento y todo sentimiento. El salmo 39- 7, 8 nos ayuda a ver bien las cosas: “Aquí estoy, de mi está escrito en el rollo del Libro. He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad, y tu Ley está en el fondo de mi ser”. Dios no quiere el sacrificio, no quiere holocaustos. Quiere un corazón concreto, un corazón que abandona a su Dios. Es la entrega total a su vida. Jesús ha entregado su vida por amor, para salvarnos.

Lucas 23-46: Padre, en tus manos encomiendo mis Espíritu. Jesús mismo ha entregado su vida a su padre. Nosotros lo que hacemos es entregar nuestra vida totalmente a nuestro Salvador. Muchos de los problemas que enfrentamos en la vida cristiana, proceden ante un Yo no sometido a Cristo, al ego. A veces pensamos que podemos salvarnos sin la ayuda de Dios. Pero no. Cuántas veces vemos a las personas que están dudando de ofrecerse a Dios. Pero nosotros somos ofrendas a Dios: Padre me pongo en tus manos haz de mí lo que quieras sea lo que sea, te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí. No deseo nada más, te confío mi alma, te la doy con todo el amor del que soy capaz. Porque te amo, necesito darme, ponerme en tus manos, con una infinita confianza porque eres mi Padre. No deseo nada más... Jesús entregó su vida.

María también ha entregado su vida. Todos los apóstoles, los santos, han dado a conocer cómo entregarse a Cristo. Que Nuestra Madre nos ayude para que en este tiempo de Cuaresma nos abandonemos a la voluntad de Dios; esa voluntad que quiere el bien de todos nosotros. Amén

Ir a la nota original

MÁS NOTICIAS