Evangelio según San Juan 8,21-30.
Jesús dijo a los fariseos: “Yo me voy, y ustedes me buscarán
y morirán en su pecado.
Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”.
Los judíos se preguntaban: “¿Pensará matarse para decir:
‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’?”.
Jesús continuó: “Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo,
yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque
si no creen que Yo Soy, morirán
en sus pecados”.
Los judíos le preguntaron: “¿Quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Esto es precisamente
lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz,
y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo”.
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: “Cuando ustedes hayan levantado en alto
al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago
nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo
y no me ha dejado solo, porque
yo hago siempre lo que le agrada”.
Mientras hablaba así, muchos
creyeron en él.
Comentario
Cristo se apoderó de la muerte, la clavó en la cruz y los hombres mortales han quedado
libres de la muerte. El Señor
recordó lo que se realizó simbólicamente en el pasado: “Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto,
el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.” (Jn 3, 14) ¡Misterio profundo!...
El Señor mandó a Moisés fabricar una serpiente de bronce,
de clavarla en un estandarte
en medio del desierto y de advertir al pueblo de que si alguien
era mordido por una serpiente
que mirara hacia el estandarte
y quedaba curado. (cf Nb 21, 6-9)
¿Qué significan las serpientes
que muerden? Son los pecados
que provienen de la condición
mortal de la carne. ¿Y cuál es la serpiente colocada en alto? La muerte de cruz del Señor.
En efecto, como la muerte vino por la serpiente fue simbolizada
por la efigie de una serpiente.
La mordedura de la serpiente
conduce a la muerte.
La muerte del Señor da la vida. ¿Qué decir? Para que la muerte ya no tenga poder alguno
hay que mirar a la muerte.
¿Pero, la muerte de quién? La muerte de la Vida, si se puede
hablar así. La expresión es maravillosa. ¿Voy a tener reparo
en decir lo que el Señor se ha dignado hacer por mí? ¿No es Cristo la vida? Y no obstante, Cristo fue crucificado.
En la muerte de Cristo la muerte ha sido aniquilada en el cuerpo de Cristo. Esto es lo que confesaremos en la resurrección,
cuando, triunfantes,
cantaremos: “¿Dónde está,
muerte, tu victoria? ¿Dónde
está, muerte, tu aguijón?” (1 Cor 15,55)