UN TRASTORNO DEL HABLA

Tartamudez: el 80% de los casos se revierte con un tratamiento precoz

Una especialista del medio explicó que se presenta en la mayoría de los casos entre los 2 y 5 años. Lo ideal es iniciar tratamiento antes de los 6 años. Aclaran que no se relaciona con la inteligencia del niño.

La tartamudez suele ser objeto de burlas o chistes y hasta se ha escuchado, erróneamente, que es un problema de inteligencia. Las repeticiones, bloqueos o prolongaciones son los síntomas más característicos de la disfluencia o tartamudez. A diferencia de años anteriores, ahora los especialistas apuntan al diagnóstico a tiempo, ya que 80 % de las disfluencias crónicas que hoy sufren miles de adultos en nuestro país podrían haberse evitado de haber sido tratadas antes de los 6 años de edad.

"La disfluencia es un trastorno del habla, específicamente de la fluidez verbal, por eso es que actualmente se la denomina así. No es una enfermedad, pero sí una dificultad que ocasiona mucho sufrimiento y lleva al aislamiento a las personas que la padecen: el 2% de la población mundial", explicó Carla Biagioli, fonoaudióloga.

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La especialista dijo que "hasta hace unos pocos años, la indicación más escuchada en los consultorios pediátricos era esperar. Se pensaba que ésta era la conducta más adecuada frente a las vacilaciones, repeticiones de sonidos o palabras en niños pequeños".

"No se conocían las diferencias entre los errores normales en la fluidez sin tensión y aquellos característicos de la disfluencia, que son con tensión. Esto ha ido cambiando y la investigación se ha centrado en detectar a tiempo las diferencias para evitar un mal mayor", añadió.

Factores

Biagioli señaló que "la tartamudez es un trastorno del funcionamiento motor del habla, de base biológica -al hemisferio cerebral izquierdo le cuesta mantener los comandos del habla-, que se desencadena por factores de tipo motor - como la aceleración en la familia, en la comunicación-, intelectual (perfeccionismo en el hablar, lenguaje muy intelectualizado), o afectivo (embarazo, mudanza, etc.)".

Este trastorno se presenta en la mayoría de los casos entre los 2 y 5 años como una interrupción de la fluidez normal del lenguaje en que "el niño produce saltitos involuntarios al hablar, repite sonidos, sílabas, palabras o frases".

Se calcula que las dos terceras partes de los niños con alteraciones en la fluidez al hablar las revertirán espontáneamente sin necesidad de tratamiento, pero es indispensable saber si se trata de un niño con riesgo futuro de tartamudez. Si éste es evidente, el tratamiento debe realizarse antes de los 6 años, cuando el lenguaje aún no está consolidado. A esa edad la dificultad se puede revertir totalmente; más tarde sólo en forma parcial.

"En el disfluente, el tiempo de reacción de los músculos motores del habla están demorados: es por eso que se debe aprender a hablar suave, lento y relajado para evitar que éstos se colapsen y la persona haga repeticiones o se bloquee. Como los padres son el modelo de lenguaje de los hijos son ellos los que deben aprender a hablar más lento", advirtió la fonoaudióloga.

Además cuando el niño es más grande, o en adultos, la metodología es distinta porque el trastorno ya está instalado.

"El objetivo es darle técnicas que lo ayudarán a hablar mucho más cómodo, y que harán que en el momento en que siente que se va a producir la tartamudez, pueda evitarla. Asimismo, se trabaja mucho la parte cognitiva, ya que el miedo a trabarse provoca más trabas", agregó Biagioli.

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