Generosidad

¡Buen día! Hay una buena frase de Henry Wadworth Longfellow: “No hay hombre tan pobre que no tenga nada digno de ser. Así bien podrían los arroyos de montaña decir que, por no ser ríos, nada tienen que dar al mar. Da de lo que tengas. Para alguno podrá ser mejor de lo que puedas imaginar”. En su segunda carta a los corintios, san Pablo escribe palabras que bien merecen una buena reflexión: “Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente. Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque ‘Dios ama al que da con alegría’. Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aun les sobre para hacer toda de clase de buenas obras. Como dice la Escritura: ‘El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente’. El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer lo frutos de su justicia. Así, serán colmados de riquezas y podrán dar con toda generosidad; y esa generosidad, por intermedio nuestro, se transformará en acciones de gracias a Dios. Porque este servicio sagrado, no sólo satisface las necesidades de los santos, sino que también es una fuente abundante de acciones de gracias a Dios. En efecto, al comprobar el verdadero carácter de la ayuda que ustedes les prestan, ellos glorificarán a Dios por la obediencia con que ustedes confiesan la Buena Noticia de Cristo y por la generosidad con que están unidos a ellos y a todos” (2 Cor 9, 6-13). Para el final, un pensamiento de J. Rusell Morrison: “No existe nada más maravilloso en el mundo que la sensación de compartir, y no hay mayor felicidad que la tibieza de amar”. Compartir generosamente es una forma estupenda de amar. ¡Hasta mañana!
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