EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Si me aman guardarán mis mandamientos

PBRO. MARIO RAMÓN TENTI

Tras el anuncio de las obras: “El que cree en mí hará las obras que yo hago y aún mayores, aquí se promete la presencia del Hijo en el hoy de los discípulos. La promesa de la presencia de Dios en la comunidad que atraviesa toda la tradición bíblica, llega aquí a su cumplimiento. La venida de Jesús a los suyos, después de la resurrección, trae como consecuencia la comunión entre el Hijo y el discípulo y el amor con que el discípulo será amado por el Padre. El Padre y el Hijo vendrán a hacer morada en el discípulo. En ese marco, se enuncia la venida del Espíritu, el otro paráclito, que estará para siempre con los discípulos si guardan sus palabras. Teniendo como telón de fondo la tradición deuteronómica que señala que amar a Dios y guardar sus mandamientos son una sola cosa para Israel llamado a la alianza, Jesús en el evangelio de Juan nos dice que el que lo ama guardará sus mandamientos, es decir, creerá en él, se adherirá a su persona y aceptará su misión. A éstos, se les anuncia que, por la intervención del Hijo, el Padre les dará otro Paráclito “para que esté con ustedes para siempre”. Después de la marcha de Jesús al Padre, la promesa de la presencia de Dios en la comunidad creyente, se realiza gracias al Espíritu. El Paráclito es el “espíritu de la verdad” a quién el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Los que se niegan a creer en el Hijo no lo pueden recibir porque no lo conocen. Por el contrario, a sus discípulos Jesús les dice: “ustedes lo conocen porque él permanece a vuestro lado y estará en ustedes”. El Espíritu ya estaba junto a los discípulos en el ministerio de Jesús, pero no actuaba todavía en ellos. Después de la glorificación del Hijo, el Espíritu estará en los creyentes, como un río de agua viva. Jesús asegura a sus discípulos que no los dejará huérfanos, su muerte no significa un abandono, por el contrario, viene a ellos. El Espíritu actuará en relación con la misión del Hijo, no viene a suplantarlo, ni a realizar otra misión, es la misma del Hijo. El Cristo resucitado y glorificado junto al Padre, es a la vez el “viviente”, el vencedor de la muerte, y sus discípulos también vivirán porque gracias a Jesús participarán de la comunión divina. Después de la resurrección, los discípulos conocerán de verdad, quién era Jesús de Nazaret: el Hijo que es uno con el Padre, el Viviente por excelencia y descubrirán lo que significa para ellos creer en él. La fe en Jesús permitirá a los discípulos conocer la relación de intimidad que hay entre el Padre y el Hijo y podrán experimentar la comunión con el Hijo. Más aún, si guardan los mandamientos de Jesús y lo aman serán amados por el Padre y el Hijo y éste se manifestará a ellos, los hará parte de la comunión divina. Conclusión La vuelta de Jesús al Padre no deja a los discípulos huérfanos, él estará presente de un modo nuevo: como el Viviente, que vivifica a los que creen en él, los que cumplen su palabra y lo aman. Pero a la vez, los discípulos podrán contar con la “presencia” del Espíritu, que los ayudará, a llevar adelante la misión del Hijo. Por eso, si creen en él, serán amados por el Padre y por el mismo Hijo glorificado, y vendrán a habitar en el corazón de los creyentes. Por la fe, los discípulos son introducidos en la comunión divina, pueden experime n t a r ya desde ahora la Vida de Dios en sus vidas.
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