Por el padre Gilbert - Párroco de Ma. Auxiliadora

Dios, único tesoro

H oy queremos hablar de un tema que puede ayudarnos para este domingo, aunque estamos en un domingo ordinario, para ver cuál es nuestro único tesoro. Para mí, Dios es el único tesoro. Hay que buscarlo, hay que encontrarlo para vivir esa felicidad. El papa Benedicto XVI decía en una carta el 31 de mayo de 2010, que “Jesús es el verdadero y único tesoro que nosotros tenemos para dar a la humanidad, y él nos sirve en profundas nostalgias a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, incluso cuando parecen ignorarlo o rechazarlo, de él tiene una gran necesidad la sociedad en que vivimos”. Y es verdad porque tenemos muchos tesoros. Cuántas veces pensamos que como las riquezas, las personas y muchas cosas pueden reemplazar a Dios, pero no es así, Dios es lo importante. El papa Francisco en el 2014 al llegar a Río de Janeiro, decía “no tengo oro ni plata, pero predico a Jesucristo”, tomada del apóstol Pedro a los pobres en la puerta del templo en que pedían limosna. Hoy debemos procurar vivir de esa manera. Pensamos que el tesoro es únicamente la parte material. Es la gracia de Dios, que es muy importante, el único tesoro. Sólo es necesario Jesucristo, y con él lo tenemos todo, sin él no tenemos nada. Ese tesoro, dice san Pablo “lo llevamos en vasijas de barro, hay que proteger, hay que cuidar, hay que darle importancia”. Y decía San Mateo (Mateo 6-21) “porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Hoy puedo preguntarme, y cada uno puede preguntarse, cuál es realmente su verdadero tesoro, son personas, palabras, lugares, sueños o todo lo material que podemos tener, cosas que me atan a mi historia y a Dios. Si pierdo todo, mi tesoro seguiría intacto, puedo perder todo, pero no puedo perder a Dios, no puedo perder al creador, porque va conmigo, donde yo voy, nadie ni nada me lo puede quitar. Esa es la realidad. Todos tenemos un tesoro personal que Dios ha puesto en nuestras vidas, podemos decir que nos ha dado el mapa para encontrarlo. Dios se dedica a regalarnos tesoros. Hoy debemos alegrarnos de que ese Dios no es un Dios escondido, es un Dios presente, un Dios que nos ama, un Dios que nos da todo. Lo importante es no decir no tenemos tiempo, no tenemos un momento para estar con ese tesoro. Buscamos tesoros que no nos pueden dar felicidad porque es suficiente que mañana nos pueden robar, nos puedan lastimar, y podemos perderlo todo, pensando que es el centro de nuestra vida. Nuestra vida está en Dios, nuestra felicidad esta en Dios. Vamos a pedir a ese Dios para que podamos llegar a encontrar el gran valor, el gran tesoro que es nuestro Dios. Sabemos que todos los santos y santas han tomado la decisión de dejarlo todo, han renunciado a todo para buscar lo que es importante: Dios, que a través de las intercesiones de esas personas y a la interseción de nuestra Madre la Virgen María, pidamos y busquemos el verdadero tesoro, podamos llegar a ese tesoro escondido. Debemos pensar que lo encontramos en la conciencia de que nosotros también debemos hacer conocer el verdadero tesoro. Tenemos una misión grande en el mundo, la manera de decir, la manera de actuar, la manera de reaccionar da posibilidad de que hay un tesoro más grande, que es Dios. Que nuestra Madre nos ayude para que no lleguemos a perder el gran tesoro que es Dios y vamos a buscar, a encontrar y hacer encontrar ese gran tesoro, desde hoy y para siempre, amén. l
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