Palizas, humillaciones y un largo camino a su casa

Ferreyra y Jiménez convivían en Quimilí. Según la policía, ella lo abandonó cansada de los malos tratos. Él ayer obvió tales capítulos y dejó en claro que dejó huérfanos de madre a sus hijos, debido a una serie de factores en los que se declaró ajeno. La policía destacó que ese día Jiménez llegó a la casa de Luciana. Aguardó paciente una distracción de familiares, y de la propia víctima. Cuando ella se trasladaba a la ducha, tomó el cuchillo desde un bolso y atacó a la jovencita. Al asumirla muerta, huyó hacia el monte y fue capturado al día siguiente. El espíritu del juicio se basa en un femicidio en que Ferreyra padeció la furia física; la persecución y el asesinato antes anunciado.

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